El enigma de las estrellas
En una pequeña ciudad de Argentina vivía la peculiar familia Castelo. Juan Carlos, el padre, era un hombre serio y trabajador que siempre llevaba su sombrero característico.
Roxana, la mamá, era una mujer alegre y creativa que pasaba sus días pintando hermosos cuadros en su estudio. Belén, la hija mayor, era una detective aficionada que siempre estaba resolviendo misterios en el vecindario. Y Pablo, el hijo menor, era un amante de los rompecabezas y los acertijos.
Una tarde soleada, mientras la familia Castelo disfrutaba de un picnic en el parque, Pablo anunció emocionado que iba a pedirle matrimonio a su novia Antonella.
Todos se alegraron por la noticia y comenzaron a planear la gran sorpresa para ella. "¡Qué emoción! ¡Vamos a hacer que sea inolvidable!" exclamó Belén con entusiasmo. "Sí, será genial. Podemos organizar un juego de pistas por toda la ciudad antes de llegar al lugar donde le propondrá matrimonio", sugirió Roxana.
Así fue como se pusieron manos a la obra y crearon un divertido recorrido lleno de acertijos y desafíos para Antonella.
La noche llegó y Pablo nervioso guió a su novia por las calles iluminadas por faroles antiguos siguiendo las pistas dejadas por su familia. "¡Este es el último acertijo antes del gran momento!" dijo Belén emocionada mientras le entregaba a Antonella una carta cerrada con un sello rojo.
Antonella abrió la carta y leyó en voz alta: "Para encontrar tu destino final donde te espera tu amado Pablo, debes buscar bajo las estrellas brillantes donde nace el amor verdadero. ""¿Bajo las estrellas brillantes? ¿Dónde puede ser eso?" se preguntaba Antonella intrigada.
La joven pareja pensó durante unos minutos hasta que finalmente se les iluminó una idea en sus mentes. "¡El observatorio astronómico!" exclamaron al unísono mientras corrían hacia allí tomados de la mano.
Al llegar al observatorio, encontraron a toda la familia Castelo esperándolos frente a un romántico escenario decorado con luces parpadeantes y pétalos de rosa esparcidos por el suelo. Pablo se arrodilló ante Antonella con un anillo en mano y le hizo la tan esperada pregunta.
Antonella emocionada aceptó entre lágrimas de felicidad mientras los aplausos resonaban en todo el observatorio. La noche terminó con risas, abrazos y mucha alegría para todos los presentes.
Desde ese día, cada vez que alguien recordaba aquella increíble propuesta de matrimonio llena de misterio y diversión organizada por la familia Castelo, no podía evitar sonreír imaginando lo especial que fue aquel momento único e inolvidable.
FIN.