El enigma de las manzanas especiales



Había una vez en un pequeño pueblo rodeado de bosques, una niña llamada Rianelyz. Ella era curiosa, valiente y siempre estaba lista para enfrentar nuevos desafíos.

Un día, mientras paseaba por el bosque, vio un árbol lleno de manzanas rojas y su jugoso aroma la atrajo de inmediato. Rianelyz recordó que le encantaba contar las manzanas antes de reagarrarlas, así que decidió acercarse al árbol y empezar a contar en voz alta. "¡Una, dos, tres...

!" - contaba Rianelyz mientras extendía sus bracitos para alcanzar las deliciosas frutas. Pero justo cuando estaba a punto de agarrar la cuarta manzana, escuchó una vocecita proveniente de lo alto del árbol.

"¡Detente ahí! ¡Esas son mis manzanas!" - dijo una ardilla traviesa que se asomaba desde una rama. Rianelyz levantó la mirada y vio a la simpática ardilla con una mirada desafiante pero amigable. "Oh, hola amiguita ardilla.

No sabía que estas manzanas eran tuyas", respondió Rianelyz con una sonrisa. La ardilla se presentó como Almendrita y le explicó a Rianelyz que ella había cuidado el árbol durante mucho tiempo y que las manzanas eran su tesoro especial.

Sin embargo, Almendrita notó la curiosidad y bondad en los ojos de Rianelyz y decidió hacerle una propuesta:"Si logras responder mi acertijo mágico, te permitiré llevar algunas de mis preciadas manzanitas", dijo Almendrita con picardía.

Rianelyz aceptó emocionada el desafío y esperó ansiosa por escuchar el acertijo. La ardilla comenzó:"En lo alto estás brillando, con luz propia resplandeces. Todos te ven iluminando, pero nadie tu forma reconoce. "Rianelyz frunció el ceño pensativa mientras intentaba descifrar el enigma.

Pasaron unos minutos hasta que finalmente se iluminó su rostro con una gran sonrisa. "¡Ya sé! ¡Es la luna!", exclamó Rianelyz segura de su respuesta.

Almendrita aplaudió emocionada y le concedió a Rianelyz reagarrar algunas manzanitas como premio por haber resuelto el acertijo correctamente. Felices con su nuevo encuentro e intercambio amistoso, Rianelys compartió las manzanitas con Almendrita mientras conversaban sobre sus aventuras en el bosque.

Desde ese día, ambas se volvieron grandes amigas y juntas exploraron cada rincón del bosque aprendiendo nuevas lecciones sobre amistad, generosidad y trabajo en equipo. Y así fue como Rianelys descubrió que no solo podía contar manzanitas en el bosque, sino también historias maravillosas junto a sus amigos especiales como Almendrita.

FIN.

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