El enojo que nos hace crecer
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Alegre, una escuela muy especial. En esta escuela, se decía que existía una docente llamada Doña Amelia, quien tenía un poderoso don: cuando se enojaba, todos le temían.
Doña Amelia era conocida por ser estricta y exigente con sus alumnos. Siempre buscaba lo mejor de ellos y no toleraba el desorden ni la falta de respeto.
Los estudiantes sabían que si hacían algo mal o no cumplían con sus tareas, enfrentarían la furia de Doña Amelia. Un día llegó a la escuela un nuevo estudiante llamado Benito. Era tímido y tenía dificultades para adaptarse a su nuevo entorno.
Había escuchado los rumores sobre Doña Amelia y su temperamento feroz, así que sentía miedo cada vez que entraba a su salón de clases. Los días pasaban y Benito luchaba por seguir el ritmo escolar.
No entendía las lecciones como los demás niños y siempre estaba preocupado por cometer errores frente a Doña Amelia. Un día, durante una prueba importante, Benito cometió varios errores y sintió cómo el miedo se apoderaba de él al pensar en la reacción de su maestra.
Cuando llegó el momento de corregir las pruebas, Doña Amelia notó los errores de Benito. Se acercó a él con semblante serio y dijo: "Benito, necesitamos hablar después de clase". El corazón del niño latía rápido mientras intentaba prepararse para lo peor.
Después de terminar las clases ese día, todos los estudiantes salieron emocionados hacia sus casas excepto Benito, quien se quedó en su pupitre temblando de miedo.
Doña Amelia se acercó a él y le dijo: "Benito, sé que estás pasando por momentos difíciles. Quiero ayudarte a entender las lecciones y mejorar tus habilidades". El niño, sorprendido por la comprensión de su maestra, levantó la mirada y preguntó tímidamente: "¿No te enfadarás conmigo por cometer tantos errores?".
Doña Amelia sonrió cálidamente y respondió: "Benito, mi enojo no es para asustar a los estudiantes, sino para motivarlos a dar lo mejor de sí mismos. Si cometes errores, aprenderemos juntos cómo corregirlos".
A partir de ese día, Benito empezó a recibir clases especiales con Doña Amelia. Ella utilizaba métodos creativos para enseñarle y le brindaba apoyo adicional siempre que lo necesitaba. Poco a poco, Benito comenzó a comprender las lecciones y sus calificaciones mejoraron.
Con el tiempo, los demás alumnos notaron el cambio positivo en Benito gracias al apoyo de Doña Amelia. Los niños dejaron de temerle tanto cuando se enojaba porque entendieron que su objetivo era ayudarles a crecer académicamente.
La fama de Doña Amelia como una docente estricta pero justa comenzó a cambiar. Los padres reconocieron su dedicación hacia sus hijos y los resultados positivos que obtenían en la escuela.
Con el paso del tiempo, Villa Alegre fue conocida por tener una escuela donde los niños aprendían con entusiasmo bajo la tutela amorosa de Doña Amelia.
Su leyenda se transformó en un ejemplo de cómo el enojo puede ser utilizado como una herramienta para motivar y guiar a los estudiantes hacia el éxito. Y así, la leyenda de Doña Amelia y su temperamento feroz se convirtió en una historia inspiradora que recordaba a todos que el amor y la dedicación pueden transformar incluso los momentos más difíciles en oportunidades de crecimiento.
FIN.