El Entrenador Mágico


Pedro era un niño muy inteligente y apasionado por el fútbol. Desde pequeño, soñaba con ser un gran jugador y llevar a su país al triunfo en el Mundial.

Un día, mientras jugaba en la plaza del barrio con sus amigos, se acercó un hombre mayor que los observaba jugar. Pedro notó que algo en él era diferente, parecía tener mucha experiencia en fútbol. - ¿Quieren que les enseñe algunos trucos? -dijo el hombre con una sonrisa amable.

Los niños aceptaron encantados y comenzaron a recibir las lecciones del hombre misterioso. Pedro quedó fascinado por la sabiduría de aquel extraño entrenador. - ¿Cómo es posible que sepas tanto sobre este deporte? -preguntó Pedro curioso.

El hombre lo miró directamente a los ojos y le respondió:- Porque yo también fui un jugador de fútbol cuando era joven. Tuve la oportunidad de representar a mi país en varios mundiales, pero nunca pudimos ganar uno.

Siempre nos quedábamos cerca, pero no lográbamos dar ese último paso hacia la gloria. Pedro se sorprendió al escuchar esto. No podía imaginar cómo alguien tan talentoso como aquel entrenador no había logrado su sueño de ser campeón del mundo.

- ¿Y qué pasó después? -preguntó Pedro intrigado. El hombre suspiró antes de responder:- Después me retiré del fútbol y me dediqué a enseñarle todo lo que sé a jóvenes como tú.

Quiero ayudarte para que tú sí puedas cumplir tu sueño de ser campeón del mundo. Pedro sonrió emocionado ante aquella propuesta. Sabía que no iba a ser fácil, pero estaba dispuesto a poner todo su esfuerzo y dedicación para lograrlo.

Los días pasaron y Pedro se entrenaba cada vez más fuerte junto al misterioso entrenador. Pero un día, cuando llegó a la plaza, encontró una noticia desalentadora: el hombre había muerto en un accidente de tránsito. Pedro quedó devastado por la pérdida de su mentor y amigo.

Pero también sabía que debía seguir adelante con su sueño, tal como aquel hombre le había enseñado. Así que comenzó a entrenar aún más duro, recordando las lecciones que su entrenador le había dado.

Y poco a poco fue mejorando en cada partido que jugaba con sus amigos del barrio. Hasta que llegó el día en el que tuvo la oportunidad de representar a su país en un torneo internacional.

Pedro estaba nervioso pero confiado en sus habilidades. El partido era difícil, pero Pedro logró hacer un gol decisivo al final del encuentro y llevar a su equipo hacia la victoria.

Fue entonces cuando se dio cuenta de que aquel hombre misterioso no solo lo había ayudado a mejorar como jugador sino también como persona.

Y así fue como Pedro cumplió su sueño de ser campeón del mundo gracias al apoyo y enseñanzas de aquel entrañable personaje que siempre lo acompañaría desde alguna estrella fugaz en el firmamento nocturno.

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