El equilibrio de Faustino



Había una vez un niño llamado Faustino que amaba jugar videojuegos. Pasaba horas y horas frente a la pantalla, sin importarle nada más en el mundo. Pero había un problema: Faustino no hacía su tarea.

Su mamá le decía todos los días que tenía que hacerla, pero él siempre encontraba una excusa para seguir jugando. "Solo un nivel más", "solo cinco minutos", se decía a sí mismo mientras ignoraba sus responsabilidades.

Un día, la maestra de Faustino les dio un proyecto importante para hacer en casa. Era algo que requería tiempo y esfuerzo, pero Faustino estaba tan ocupado jugando que no se dio cuenta de lo difícil que sería si seguía así.

"Faustino, ¿ya comenzaste el proyecto?"- preguntó su mamá esa noche mientras cenaban juntos. "No todavía" -respondió Faustino con desgano-. "Estoy muy cansado después de jugar todo el día". "Pero tienes que hacerlo si quieres sacar buenas notas" -insistió su mamá-.

"Los videojuegos pueden esperar". Faustino hizo caso omiso a las palabras de su madre y siguió jugando hasta tarde en la noche.

Al día siguiente, llegó a clase sin haber hecho nada del proyecto y se sintió muy nervioso al ver que todos sus compañeros ya estaban trabajando duro en él. La maestra le dio una mirada severa cuando preguntó por qué no había empezado todavía y le dijo:"Faustino, esto es muy importante para tu futuro.

Si no haces tu tarea ahora, tendrás problemas más adelante". Eso hizo reflexionar a Faustino sobre su comportamiento. Se dio cuenta de que había estado viviendo en un mundo ficticio y que había descuidado sus responsabilidades.

"Tienes razón, maestra" -dijo Faustino con sinceridad-. "Me pondré a trabajar en el proyecto ahora mismo". Faustino trabajó duro durante todo el fin de semana, dedicando tiempo y esfuerzo al proyecto. A medida que avanzaba, se sentía más seguro y feliz consigo mismo.

Finalmente llegó el día de la presentación. Faustino estaba nervioso pero orgulloso de lo que había logrado. Cuando terminó su presentación, la maestra lo felicitó por su trabajo y le dijo que había mejorado mucho desde la última vez.

Ese día, Faustino aprendió una valiosa lección: no podía dejar sus responsabilidades por los videojuegos. Aprendió a encontrar un equilibrio entre el juego y las tareas importantes de la vida.

Desde entonces, hizo su tarea antes de jugar videojuegos para asegurarse de tener tiempo suficiente para ambos. Y así fue como Faustino dejó atrás su adicción a los videojuegos y se convirtió en un niño más responsable e inteligente gracias a esa experiencia educativa e inspiradora.

FIN.

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