El equilibrio de Kevin
En una universidad muy especial, vivía un estudiante llamado Kevin. Kevin era muy inteligente y siempre se esforzaba por sacar las mejores notas en todas sus materias.
Pero esto le generaba mucho estrés, ya que pasaba horas y horas estudiando sin descanso. Su amiga Laura, una chica alegre y divertida, notó que Kevin nunca quería salir a divertirse con ellos. Junto a Natalia, Dillan y Anwar, decidieron hablar con él para ayudarlo.
"Kevin, ¿por qué nunca quieres venir con nosotros a pasar un buen rato? Estudiar es importante, pero también necesitas relajarte y disfrutar de la vida", le dijo Laura con preocupación en su voz.
Kevin les explicó que estaba obsesionado con sacar buenas notas para tener un futuro exitoso. Pero sus amigos sabían que la felicidad no solo venía de las calificaciones académicas. "Kevin, escúchanos. Es genial que te esfuerces tanto en tus estudios, pero también debes cuidar tu bienestar emocional.
Salir a divertirte nos ayuda a despejar la mente y recargar energías para rendir mejor", comentó Natalia con cariño. Dillan agregó: "Además, los momentos compartidos con amigos son valiosos. No puedes perdértelos por estar encerrado todo el tiempo entre libros".
Anwar asintió y dijo: "Todos necesitamos un equilibrio en nuestra vida. No te prives de experiencias maravillosas por el miedo al fracaso". Las palabras de sus amigos resonaron en la mente de Kevin.
Reflexionó sobre lo que le habían dicho y decidió darles una oportunidad. Esa misma noche, aceptó salir con ellos a disfrutar de una película al aire libre en el campus universitario. Durante la proyección, Kevin se relajó como hacía tiempo no lo hacía.
Se rió junto a sus amigos, compartió palomitas de maíz y olvidó por un momento las preocupaciones del estudio. Al día siguiente en clase, Kevin se sentía renovado y más feliz.
Sorprendentemente, su concentración había mejorado y pudo participar activamente en las discusiones académicas sin sentir tanta presión. Con el paso de los días, Kevin aprendió a equilibrar su vida académica con momentos de diversión junto a sus amigos.
Descubrió que ese balance le permitía ser más eficiente en sus estudios sin descuidar su bienestar emocional. Poco a poco dejó atrás el estrés excesivo e incluso comenzó a ayudar a otros compañeros que también enfrentaban situaciones similares.
Al final del semestre escolar, cuando llegaron los resultados finales, Kevin obtuvo excelentes calificaciones como siempre lo había hecho; pero esta vez lo celebró junto a Laura, Natalia, Dillan y Anwar bajo un árbol del campus universitario mientras disfrutaban de un picnic improvisado.
Y así comprendió que la verdadera felicidad no residía solo en los logros académicos sino también en las relaciones personales construidas con amor y apoyo mutuo.
Desde entonces, Kevin siguió siendo un excelente estudiante; pero ahora también era conocido como el amigo fiel que siempre estaba ahí para alegrarles el día a quienes lo rodeaban.
FIN.