El equilibrio de Martín
Érase una vez en la ciudad de Buenos Aires, un joven universitario llamado Martín. Martín era un chico muy inteligente y dedicado a sus estudios, pero también era muy exigente consigo mismo.
Siempre se esforzaba al máximo para sacar las mejores notas y eso le generaba mucho estrés. Martín pasaba horas y horas estudiando en su habitación, sin tomarse ni siquiera un momento de descanso para divertirse.
Sus amigos lo invitaban a salir a bailar o a tomar algo, pero él siempre se excusaba diciendo que tenía que estudiar para no perder el ritmo.
Un día, Martín estaba tan agobiado por la cantidad de trabajos prácticos y exámenes que debía rendir que decidió ir a dar un paseo por el parque para despejar un poco la mente. Mientras caminaba entre los árboles y escuchaba el canto de los pájaros, se encontró con una vieja biblioteca abandonada. Intrigado, decidió entrar y explorar el lugar.
Entre los libros polvorientos y las estanterías desordenadas, encontró un libro muy especial con una portada brillante que decía: "El secreto del equilibrio". Martín abrió el libro y comenzó a leer con atención.
Descubrió que el secreto del equilibrio consistía en encontrar tiempo tanto para el estudio como para la diversión, ya que ambas cosas eran igualmente importantes en la vida de una persona. Decidido a seguir el consejo del libro, Martín se propuso cambiar su rutina.
Comenzó a organizar mejor su tiempo de estudio para ser más eficiente y poder dedicar algunas horas cada semana al ocio y la diversión. Una noche, sus amigos lo invitaron nuevamente a salir y esta vez Martín aceptó sin dudarlo.
Fueron a bailar salsa en un bar latinoamericano y Martín descubrió lo divertido que podía ser desconectar un rato de los libros y disfrutar del baile y la música.
-¡Esto es increíble! ¡Gracias por convencerme de salir! -exclamó Martín emocionado mientras bailaba con sus amigos. A partir de ese día, Martín siguió manteniendo su compromiso con los estudios, pero también aprendió a darse permiso para relajarse y disfrutar de la vida social.
Descubrió que encontrar equilibrio entre el trabajo y la diversión no solo mejoraba su rendimiento académico sino también su bienestar emocional. Y colorín colorado, este cuento del universitario estresado pero valiente ha terminado. Nunca olvides buscar tu propio equilibrio en todo lo que hagas.
FIN.