El equilibrio de Tomás



Había una vez un niño llamado Tomás, que estudiaba en el colegio Jesús Nazareno. Era un chico inteligente y siempre se esforzaba por ser el mejor en sus estudios.

Pero un día, su profesora anunció una competencia de matemáticas en la que participarían todos los alumnos de la escuela. Tomás estaba emocionado por la oportunidad de demostrar sus habilidades y ganar la competencia. Pasó horas estudiando y resolviendo problemas matemáticos difíciles.

Sin embargo, a medida que pasaban los días, Tomás comenzó a notar que no tenía tiempo para hacer otras cosas.

Su mamá le pedía ayuda con las tareas del hogar, su papá quería jugar al fútbol con él y sus hermanos necesitaban su apoyo en diferentes actividades. Tomás se sentía dividido entre seguir estudiando para la competencia o dedicarse a su familia. Un día, mientras paseaba por el parque pensando en qué hacer, se encontró con Mateo, uno de sus mejores amigos.

Mateo notó que algo estaba preocupando a Tomás y decidió preguntarle qué le pasaba. "Hola Tomás ¿qué te ocurre? Pareces triste", dijo Mateo. "Hola Mateo", respondió Tomás con tristeza. "Tengo esta competencia de matemáticas en el colegio y quiero ganarla.

Pero también quiero ayudar a mi familia y pasar tiempo con ellos". Mateo reflexionó durante unos segundos antes de responder:"Entiendo cómo te sientes, pero creo que hay una manera de hacer ambas cosas sin sentirte impotente.

Podrías pedirles ayuda a tus padres y hermanos para organizar tu tiempo de estudio y actividades familiares". Tomás se sorprendió por la sugerencia de Mateo, pero decidió darle una oportunidad.

Esa misma noche, habló con sus padres y les explicó cómo se sentía. "Mamá, papá, quiero ganar la competencia de matemáticas en el colegio, pero también quiero ayudarlos y pasar tiempo juntos. ¿Podríamos encontrar un equilibrio para que pueda hacer ambas cosas?", preguntó Tomás.

Sus padres sonrieron y asintieron con entusiasmo. Juntos, elaboraron un horario que le permitiría a Tomás estudiar por las tardes después de ayudar en casa y jugar con su familia.

Los días pasaron y Tomás siguió esforzándose tanto en su trabajo escolar como en su relación familiar. Se dio cuenta de que no tenía que elegir entre uno u otro, sino aprender a equilibrar sus responsabilidades. Finalmente llegó el día de la competencia de matemáticas.

Tomás estaba nervioso pero confiado en sí mismo. Resolvió los problemas sin dificultad gracias a todo el esfuerzo que había puesto durante esos días. Cuando anunciaron al ganador, todos los ojos estaban puestos en él.

Y para sorpresa de Tomás, ¡ganó la competencia! Sus compañeros lo felicitaron mientras él sonreía orgulloso. Pero lo más importante fue ver cómo sus padres y hermanos estaban allí para celebrar su victoria. Todos ellos sabían cuánto había trabajado Tomás tanto en sus estudios como en su vida familiar.

Tomás aprendió una valiosa lección: que el equilibrio entre el trabajo, la familia y las responsabilidades es esencial para lograr el éxito y ser feliz.

A partir de ese día, siempre recordó la importancia de dedicar tiempo a quienes lo rodeaban mientras perseguía sus metas. Y así, Tomás vivió una vida llena de éxitos académicos y amor familiar, demostrando que no hay obstáculos insuperables cuando se tiene un corazón valiente y dispuesto a encontrar soluciones.

FIN.

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