el equilibrio perfecto
Juana era una niña muy inteligente y curiosa, a la que le encantaba explorar el mundo que la rodeaba. Pero también tenía un gran amor por su celular, al cual no podía dejar de prestar atención.
Un día, mientras paseaba con sus padres Chueco y Naza por el parque, Juana se sentó en un banco para revisar sus redes sociales.
Sus padres notaron su distracción y le dijeron:- Juana, ¿por qué no te levantas del teléfono y disfrutas del hermoso día afuera? Juana respondió sin mirarlos: - Solo estoy viendo algunas fotos. Chueco y Naza intercambiaron una mirada preocupada.
Sabían que su hija estaba perdiéndose de las cosas importantes de la vida debido a su dependencia del celular. Esa noche, después de cenar juntos como familia, Chueco y Naza decidieron tener una charla con Juana sobre lo importante que es estar presente en el momento presente.
- Juana -dijo Chueco-, entendemos que te gusta mucho tu celular, pero debes entender que hay momentos en los que tienes que desconectar para disfrutar plenamente de la vida. Juana frunció el ceño. No entendía por qué sus padres estaban siendo tan críticos con ella por usar su celular.
- Pero papá -dijo ella-, mi celular me hace feliz. Naza tomó la palabra:- Entendemos eso cariño -dijo-. Pero también queremos asegurarnos de que estés viviendo tu vida al máximo.
No quieres arrepentirte más adelante porque pasaste demasiado tiempo en tu teléfono en lugar de disfrutar el momento presente con nosotros. Juana reflexionó sobre lo que sus padres le habían dicho.
Aunque no estaba segura de si podía dejar su celular por completo, decidió hacer un esfuerzo para estar más presente en el momento presente cuando pasara tiempo con su familia. La próxima vez que salieron a pasear juntos por el parque, Juana dejó su celular en casa.
Y aunque al principio se sintió un poco incómoda sin él, pronto comenzó a disfrutar plenamente del paisaje y la compañía de sus seres queridos. Con el tiempo, Juana aprendió a encontrar un equilibrio saludable entre usar su celular y estar presente en el momento presente con su familia.
Descubrió que las experiencias compartidas eran mucho más valiosas que cualquier cosa que pudiera encontrar en línea. Desde entonces, Juana vivió feliz junto a sus padres Chueco y Naza, disfrutando cada momento juntos sin distracciones electrónicas.
FIN.