El Equipo de la Amistad
Fernanda era una niña de 12 años que siempre se preocupaba por lucir hermosa. Pasaba horas frente al espejo peinándose y probándose diferentes conjuntos de ropa. Siempre quería destacar y ser el centro de atención en todo momento.
Un día, mientras paseaba por el parque con su madre, Fernanda vio a un grupo de niños jugando fútbol. Entre ellos estaba Andrés, un chico muy talentoso y amable.
Fernanda quedó impresionada por sus habilidades para jugar al fútbol y decidió acercarse a él. "Hola, ¿puedo jugar contigo?", preguntó Fernanda tímidamente. Andrés la miró sorprendido pero aceptó su propuesta sin dudarlo.
Jugaron juntos durante toda la tarde y Fernanda descubrió lo divertido que era el fútbol y lo bien que se sentía formando parte de un equipo. A medida que pasaban los días, Fernanda dejó de lado su obsesión por lucir perfecta todo el tiempo.
Se dio cuenta de que lo más importante no era cómo se veía sino cómo se sentía consigo misma y cómo trataba a los demás. Un día, mientras caminaba por la calle, Fernanda escuchó unas risas provenientes del interior de una tienda de música.
Decidió entrar para ver qué ocurría allí dentro. Para su sorpresa, encontró a Naomi cantando con entusiasmo en un pequeño escenario improvisado. "¡Eres increíble!", exclamó Fernanda emocionada. Naomi sonrió amablemente y le invitó a cantar junto a ella.
Aunque al principio Fernanda se sintió un poco nerviosa, pronto descubrió que cantar le hacía sentir una alegría inmensa y olvidarse de sus preocupaciones. Con el tiempo, Fernanda se hizo muy amiga de Andrés y Naomi. Juntos formaron un equipo inseparable.
Aprendieron a valorarse mutuamente por lo que eran en su interior y no por cómo lucían o qué tan talentosos eran en algo.
Un día, mientras estaban en el parque jugando al fútbol, un niño llamado Lucas se acercó a ellos con tristeza en los ojos. Parecía estar solo y necesitaba amigos. "¿Quieres jugar con nosotros?", preguntó Fernanda sonriendo. Lucas aceptó la invitación y pronto se convirtió en otro miembro clave del equipo.
Con su llegada, el grupo aprendió aún más sobre la importancia de la amistad, la inclusión y el respeto hacia los demás. Fernanda había cambiado mucho desde aquel día en el parque.
Ya no se preocupaba tanto por su apariencia física ni buscaba ser siempre el centro de atención. Ahora valoraba las cualidades internas de las personas y disfrutaba pasar tiempo con sus amigos sin importar lo que hicieran juntos.
Desde entonces, Fernanda entendió que ser presumida no era lo importante en la vida. Lo esencial era aprender a ser auténtica, generosa y solidaria con los demás. Y así vivieron felices todos juntos, formando un equipo donde cada uno aportaba algo especial para hacer del mundo un lugar mejor.
FIN.