El equipo de la diversidad y la amistad


Había una vez un niño llamado Hugo que asistía a un colegio muy especial. A pesar de su discapacidad, era un niño lleno de alegría y energía.

Siempre estaba dispuesto a jugar y participar en todas las actividades del colegio. Un día, el profesor organizó una competencia de fútbol entre los niños. Todos estaban emocionados por participar, excepto Hugo.

Sabía que no podía correr tan rápido como los demás o patear la pelota con fuerza debido a su discapacidad en su pierna izquierda. Cuando llegó el momento de formar los equipos, todos los niños se eligieron unos a otros.

Pero ninguno quería elegir a Hugo porque pensaban que no podría jugar bien debido a su discapacidad. Hugo se sintió muy triste y excluido. Se preguntaba por qué lo trataban diferente solo por tener una discapacidad. No sabía cómo pedir ayuda o cómo hacerles entender que él también podía disfrutar del juego.

De repente, apareció Lucas, uno de sus compañeros más amables y valientes. Lucas era conocido por ser justo y siempre ayudaba a aquellos que lo necesitaban.

Lucas se acercó a Hugo y le dijo: "Hey Hugo, ¿quieres ser parte de mi equipo? Sé que tienes una discapacidad, pero eso no significa que no puedas divertirte". Hugo sonrió tímidamente y aceptó la invitación de Lucas para unirse al equipo.

Los demás niños quedaron sorprendidos al ver esto e incluso algunos comenzaron a murmurar cosas negativas sobre Lucas por elegirlo. El partido comenzó y aunque al principio Hugo tuvo dificultades para moverse, Lucas siempre estaba a su lado, animándolo y dándole consejos.

Hugo comenzó a ganar confianza y poco a poco se fue integrando al juego. A medida que pasaban los minutos, Hugo sorprendió a todos con su habilidad para bloquear los tiros de los contrincantes. Su discapacidad no le impedía ser un gran defensor.

Los demás niños del equipo comenzaron a darse cuenta de que habían juzgado mal a Hugo por su apariencia. Al final del partido, el equipo de Lucas ganó gracias al esfuerzo de todos.

Pero más importante aún, Hugo se dio cuenta de que no importaba si tenía una discapacidad o no, lo que realmente importaba era la amistad y la inclusión. Desde ese día, Hugo dejó de sentirse excluido en el colegio.

Todos los niños aprendieron la valiosa lección de aceptar y ayudar a aquellos que son diferentes. Juntos formaron un equipo donde todos tenían un lugar especial sin importar sus habilidades o discapacidades.

Y así, Hugo encontró amigos verdaderos que lo valoraban por lo que era y juntos vivieron muchas aventuras llenas de risas y diversión en el colegio. El final feliz llegó cuando todos aprendieron la importancia de la inclusión y celebraron las diferencias en lugar de excluir a quienes eran diferentes.

Y desde entonces, las palabras —"discapacidad"  o —"diferente"  ya no existían en ese colegio porque todos entendieron que cada uno tiene algo único para ofrecer al mundo.

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