El equipo de los auténticos amigos


Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, un perro llamado Ramón, un gato llamado Simón y un loco llamado Juan.

Estos tres personajes tan diferentes vivían en la misma calle y siempre se encontraban en el parque del pueblo. Ramón era un perro muy inteligente y juguetón. Siempre estaba dispuesto a ayudar a los demás animales del parque. Por otro lado, Simón era un gato muy curioso y aventurero.

Le encantaba explorar todos los rincones del pueblo y siempre se metía en problemas por su intrépida naturaleza. En cuanto a Juan, aunque lo llamaban —"loco" , no era más que alguien con una forma particular de ver la vida.

Tenía muchos sueños e ideas creativas que nadie entendía, pero eso no le importaba. Un día soleado, mientras los tres amigos paseaban por el parque, escucharon unos maullidos desesperados provenientes de un árbol cercano.

Al acercarse, vieron a una pequeña gatita atrapada en una rama alta. - ¡Ayuda! ¡No puedo bajar! - gritó la gatita asustada. Sin pensarlo dos veces, Ramón decidió trepar al árbol para rescatarla. Pero pronto se dio cuenta de que estaba demasiado alto y no podía alcanzarla.

- No te preocupes - dijo Juan con entusiasmo -. ¡Tengo una idea! El loco comenzó a hablarle al árbol como si fuera su amigo íntimo: "Querido árbol, por favor baja tu rama para que podamos rescatar a esta linda gatita".

Todos se quedaron mirando a Juan, sin entender muy bien qué pretendía. Pero para sorpresa de todos, la rama del árbol comenzó a moverse lentamente hacia abajo. - ¡Increíble! - exclamó Simón asombrado.

Gracias al ingenio y la creatividad de Juan, lograron rescatar a la gatita sana y salva. Desde ese día, los tres amigos se volvieron inseparables. Juntos emprendieron muchas aventuras por el pueblo, ayudando a los demás animales y resolviendo problemas con sus habilidades únicas.

Ramón usaba su inteligencia para encontrar soluciones prácticas, Simón utilizaba su curiosidad para descubrir nuevos lugares y Juan compartía sus ideas locas que siempre resultaban ser geniales.

Poco a poco, los habitantes del pueblo comenzaron a darse cuenta de que no había nada malo en ser diferente o tener ideas originales. Aprendieron a valorar las cualidades únicas de cada uno y a trabajar juntos para hacer del mundo un lugar mejor.

Y así fue como Ramón el perro, Simón el gato y Juan el —"loco"  demostraron que cada persona tiene algo especial que ofrecer al mundo si se atreve a ser auténtico y valiente. Fin

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