El equipo de los desmadrosos



Había una vez, en un colorido pueblo de Chiapas, un grupo de amigos muy desmadrosos y llenos de energía. Luis, con su enorme libreta de dibujos, siempre soñaba con ser un gran artista. Javier, con su mente brillante, podía resolver las matemáticas más complicadas en un abrir y cerrar de ojos. Manuel, donde quiera que iba, llevaba su guitarra y hacía música que hacía bailar a cualquiera. Sin embargo, había algo que los atormentaba a los tres: no creían en sus propios talentos.

Un día, cuando paseaban por la escuela, vieron un cartel pegado en la pared:

"¡Gran competencia de talentos! - decía el cartel - ¡Participa y muestra lo que sabes hacer!"

Luis miró a sus amigos con curiosidad:

"¿Y si nos inscribimos? Podríamos hacer algo genial juntos."

Javier movió la cabeza con duda:

"Pero, ¿y si no somos lo suficientemente buenos? No quiero que nos dé vergüenza."

Manuel sonrió, comenzando a entusiasmarse:

"Pero si nadie prueba, nunca sabremos. ¡Vamos, amigos! Unámonos y hagamos algo increíble."

Finalmente, convencieron a Javier, y se inscribieron en la competencia. Empezaron a pensar en qué podían presentar juntos.

Luis propuso:

"Yo puedo dibujar un mural gigante en una hoja y ustedes pueden utilizar eso para hacer algo relacionado con la música y las matemáticas."

Javier, que ya empezaba a entusiasmarse, respondió:

"Podríamos componer una canción sobre lo que dibujes y, al final, incluir algunos juegos matemáticos para que la gente participe."

Manuel acordó:

"¡Eso suena genial! Podría tocar la guitarra mientras ustedes cuentan los números que usamos en la canción."

Y así, comenzaron sus ensayos. Cada tarde, se reunían para trabajar en su proyecto. Luis dibujaba y pintaba un gran mural lleno de colores vivos que representaba las estaciones del año. Javier componía la letra de la canción, incorporando juegos matemáticos que enseñaban a sumar y restar. Manuel los acompañaba con su hermosa música, que hacía que todos se sintieran felices.

Sin embargo, a medida que se acercaba el día de la competencia, la duda volvió a aparecer. Una tarde, mientras practicaban, Luis se detuvo y dijo:

"No sé, chicos. ¿y si a nadie le gusta? Nunca hemos hecho algo así antes."

Javier decidió alentar a su amigo:

"Pero lo estamos haciendo juntos, y eso es lo que importa. Cada uno aporta sus habilidades."

Manuel, siempre positivo, dijo:

"Claro, y además la diversión está en el proceso. Si no ganamos, al menos habremos disfrutado hacerlo."

Finalmente, llegó el gran día. El auditorio estaba lleno de otros estudiantes, padres y profesores. Al ver a la audiencia, los nervios invadieron a los tres amigos. Hicieron una profunda respiración y subieron al escenario.

Luis, con gran entusiasmo, mostró su mural gigante. Javier, frente al micrófono, comenzó a cantar la canción que habían creado. La música de Manuel llenó el aire, y los demás estudiantes comenzaron a participar en los juegos matemáticos que incluían.

Al final de su presentación, todos los presentes aplaudieron con entusiasmo. Fue un espectáculo lleno de risas, alegría y aprendizaje. Se dieron cuenta de que no solo habían compartido su talento, sino que también habían hecho felices a los demás.

Cuando el jurado dio a conocer a los ganadores, los corazones de Luis, Javier y Manuel latían con fuerza. ¡Y para su sorpresa, anunciaron su nombre!"¡Los desmadrosos ganan el primer lugar!" - dijo uno de los jueces, mientras todos los presentes aplaudían.

Luis no podía creerlo:

"¡Lo hicimos!"

Javier, con una sonrisa de felicidad, exclamó:

"Nunca debí dudar de nosotros. ¡Juntos somos fuertes!"

Manuel, emocionado, dijo:

"Esto es solo el comienzo. ¡Podemos hacer más cosas increíbles juntos!"

Y así, los tres amigos entendieron algo muy importante: la confianza en uno mismo y el trabajo en equipo son la clave para lograr grandes cosas. Desde ese día, se sintieron más seguros de sus habilidades y supieron que podían enfrentarse a cualquier reto que se les presentara.

Y así, los desmadrosos de Chiapas continuaron creando, aprendiendo y, sobre todo, disfrutando de la vida juntos.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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