El equipo de los goleadores amistosos


Juan Bautista y Augusto eran dos amigos inseparables que compartían la misma pasión: el fútbol. Ambos eran goleadores en sus respectivos equipos y soñaban con llegar a ser profesionales algún día.

Un día, mientras entrenaban juntos en la cancha del barrio, Juan Bautista le dijo a Augusto:- Oye, ¿has escuchado hablar del campeonato interbarrial que se va a realizar en un par de semanas? - ¡Claro que sí! -respondió Augusto emocionado-.

Quiero participar para demostrar mi habilidad con el balón. - Pues yo también quiero jugar -dijo Juan Bautista-. Pero hay un problema... - ¿Cuál es? -preguntó su amigo preocupado. - No tengo equipo.

Los chicos de mi barrio no quieren jugar este año -explicó Juan Bautista con tristeza. Augusto se quedó pensando por unos segundos y luego sonrió. - ¡No te preocupes! Yo tengo una idea -dijo entusiasmado-. Podemos formar nuestro propio equipo y competir juntos.

Juan Bautista lo miró sorprendido pero luego sonrió también. - ¡Eso es genial! Vamos a hacerlo entonces. Será una buena oportunidad para demostrar nuestras habilidades como goleadores -dijo emocionado. Los dos amigos comenzaron a entrenar duro todos los días, perfeccionando sus técnicas y estrategias de juego.

Además, buscaron otros jugadores talentosos en el barrio que quisieran unirse a su equipo. Pronto tuvieron un grupo sólido de jugadores listos para competir en el campeonato interbarrial.

El día del campeonato llegó y el equipo de Juan Bautista y Augusto estaba listo para competir. El primer partido fue difícil, pero gracias a los goles de ambos amigos, lograron ganar 2-1.

En el segundo partido, estaban perdiendo 3-0 en el primer tiempo, pero Juan Bautista no se rindió y marcó un hat-trick impresionante para empatar el partido. En el último minuto del juego, Augusto anotó un gol de tiro libre que les dio la victoria. El equipo continuó avanzando hasta llegar a la final del campeonato.

El juego era muy reñido y ambos equipos estaban empatados 1-1 en los últimos minutos del partido.

Fue entonces cuando Juan Bautista recibió un pase perfecto de uno de sus compañeros de equipo y anotó el gol decisivo que les dio la victoria. Los amigos saltaron de alegría mientras eran felicitados por su equipo y por otros jugadores del barrio. Habían demostrado que con trabajo duro, perseverancia y amistad podían alcanzar sus sueños.

Desde ese día en adelante, Juan Bautista y Augusto se convirtieron en leyendas del fútbol local y siempre serán recordados como dos grandes goleadores que nunca se rindieron ante las adversidades.

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