El equipo de los Microdeportistas



Había una vez un pequeño laboratorio en el que vivían diferentes tipos de microorganismos. Entre ellos estaban las bacterias, las amebas y las levaduras.

Cada uno tenía su propia función en el ecosistema del laboratorio, pero a pesar de ser tan diferentes, siempre se llevaban bien. Un día soleado, mientras todos los microorganismos se encontraban descansando cerca de la ventana, vieron algo emocionante: afuera había un campo deportivo donde otros organismos participaban en diferentes competencias.

Las bacterias saltaron de emoción y le propusieron a las amebas y a las levaduras tener su propio momento deportivo. "-¡Chicos! ¡Vamos a formar nuestro propio equipo y demostrar nuestras habilidades!", exclamó Bacterio, la bacteria líder del grupo.

Las amebas y las levaduras aceptaron emocionadas la propuesta. Decidieron llamar al equipo "Los Microdeportistas" y comenzaron a entrenar arduamente para estar preparados para el gran día. Las bacterias practicaban su velocidad moviéndose rápidamente por el laboratorio.

Las amebas practicaban su flexibilidad extendiendo sus pseudópodos lo más que podían. Y las levaduras trabajaban en su resistencia fermentando todo tipo de sustancias. Pasaron semanas de entrenamiento intenso hasta que finalmente llegó el día del gran evento deportivo dentro del laboratorio.

Los microorganismos se reunieron en el campo con mucha emoción y nerviosismo. El primer desafío era una carrera de relevos contra otros equipos compuestos por protozoarios y algas unicelulares.

El equipo "Los Microdeportistas" se preparó en la línea de partida. Bacterio fue el primero en correr, seguido de cerca por las amebas y las levaduras. La carrera comenzó y todos los equipos dieron lo mejor de sí.

Las bacterias corrían velozmente, las amebas hacían gala de su flexibilidad y las levaduras no dejaban de fermentar su energía. A medida que avanzaban, "Los Microdeportistas" se percataron de que estaban muy cerca del equipo rival.

Faltando solo unos metros para llegar a la meta, ocurrió algo inesperado: una tormenta repentina hizo que el campo deportivo se inundara. El agua era un gran obstáculo para los microorganismos, pero ellos no se rindieron. Bacterio decidió tomar la iniciativa y utilizó sus flagelos para nadar rápidamente hacia la meta.

Las amebas extendieron sus pseudópodos al máximo para impulsarse a través del agua. Y las levaduras aprovecharon su habilidad para producir dióxido de carbono y flotar sobre el agua como pequeñas burbujas.

Fue una carrera reñida hasta el último segundo, pero "Los Microdeportistas" lograron cruzar la meta antes que cualquier otro equipo. Todos los microorganismos celebraron con alegría su victoria mientras salían del agua.

A partir de ese momento, los microorganismos comprendieron lo importante que era trabajar juntos como equipo y aprovechar sus diferentes habilidades individuales para alcanzar metas comunes. Desde entonces, "Los Microdeportistas" participaron en muchos eventos deportivos dentro del laboratorio, siempre demostrando que no importaba cuán pequeños fueran, podían lograr grandes cosas cuando trabajaban unidos.

Y así, bacterias, amebas y levaduras aprendieron que la diversidad es algo valioso y que cada uno tiene su propio talento para aportar al mundo.

Con su espíritu deportivo, se convirtieron en un ejemplo inspirador para todos los microorganismos del laboratorio.

FIN.

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