El equipo de los pequeños xeneizes


Había una vez en el barrio de La Boca, en Buenos Aires, un grupo de niños y niñas que eran fanáticos del equipo de fútbol Boca Juniors.

Todos los días después de la escuela se reunían en la plaza a jugar al fútbol imitando a sus ídolos del club. Un día, mientras jugaban, se enteraron de que su amado equipo había ganado la séptima Copa Libertadores.

Estaban emocionados y decidieron hacer una promesa: si Boca Juniors seguía usando los colores azul y amarillo, ellos también lo harían para honrar esa victoria.

Los niños pintaron sus caras con las franjas azules y amarillas, hicieron banderas con esos colores y hasta pintaron las paredes de la plaza con mensajes de apoyo al equipo. Estaban tan felices que no paraban de cantar canciones alentando a Boca.

Un día, mientras estaban jugando un partido en la plaza, apareció un viejo sabio que les dijo: "Si quieren ser como sus ídolos de Boca Juniors, no solo deben imitar sus colores, sino también su espíritu deportivo y trabajo en equipo".

Los niños se quedaron pensativos por un momento y luego uno de ellos dijo: "¡Tenemos que aprender a trabajar juntos como un verdadero equipo! ¡Así podremos lograr grandes cosas como lo hizo Boca!". Desde ese día, los niños practicaron duro todos los días.

Aprendieron a pasarse la pelota, a apoyarse unos a otros y a celebrar juntos cada gol como si fuera el más importante. Se ayudaban cuando alguno tropezaba o se caía durante el juego. Finalmente llegó el día del torneo interbarrial y los niños estaban listos para demostrar lo aprendido.

Con sus camisetas azul y amarillo brillando bajo el sol, jugaron cada partido con garra y determinación. En la final del torneo se enfrentaron al mejor equipo del barrio vecino.

El partido estaba muy reñido pero los niños recordaron las palabras del viejo sabio y jugaron como un verdadero equipo. Se pasaron la pelota, defendieron juntos su arco e hicieron jugadas increíbles. Cuando sonó el silbato final, los niños habían ganado el torneo interbarrial.

Corrieron hacia el viejo sabio para compartirle su alegría y él les dijo: "Hoy han demostrado que no solo llevan los colores de Boca Juniors en sus camisetas, sino también en sus corazones. Son verdaderos campeones".

Y así fue como aquel grupo de niños aprendió una gran lección gracias al fútbol: que lo importante no son solo los colores que llevamos puestos, sino cómo nos comportamos dentro y fuera de la cancha; trabajando juntos podemos lograr grandes cosas como un verdadero equipo.

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