El equipo de los sueños
Había una vez un niño llamado Pipe, que tenía 4 años y le encantaba ir a la plaza con sus abuelos. Siempre llevaba consigo su pelota favorita y unas deliciosas galletitas para disfrutar durante sus aventuras en el parque.
Pipe era un niño lleno de energía y siempre estaba listo para correr y jugar. En la plaza, se encontraba con otros niños de su edad que también disfrutaban de las actividades al aire libre.
Juntos, formaban un equipo imparable de diversión y risas. Un día soleado, Pipe llegó emocionado a la plaza junto a sus abuelos. Se acercaron al área de juegos donde había muchos columpios, toboganes y trepadoras.
Pero algo inesperado sucedió: ¡todas las áreas de juego estaban ocupadas! Pipe miró desilusionado a sus abuelos. No quería perderse la diversión, pero no sabía qué hacer. Fue entonces cuando vio a lo lejos una canasta de básquet vacía.
"¡Abuelos! ¡Vamos a jugar al básquet!", exclamó Pipe emocionado. Sus abuelos sonrieron ante la idea e inmediatamente comenzaron a armar una improvisada cancha en el espacio disponible. Pipe tomó su pelota y se puso manos a la obra.
Los abuelos lanzaban la pelota hacia el cesto mientras Pipe saltaba como un conejito intentando atraparla en pleno vuelo. Aunque no siempre lograban encestar, los tres pasaron momentos maravillosos riendo juntos.
De repente, uno de los niños que jugaba cerca se acercó curioso hacia ellos. "¿Puedo unirme a ustedes?", preguntó tímidamente. Pipe, siempre amable y generoso, le dio la bienvenida al nuevo amigo. Juntos formaron dos equipos y comenzaron a jugar un emocionante partido de básquet.
Los abuelos se convirtieron en los árbitros y animaban a todos con entusiasmo. El tiempo pasaba volando mientras el sol brillaba en lo alto del cielo. Pipe y sus nuevos amigos corrieron, saltaron y se divirtieron sin parar.
Las risas llenaban el aire y las galletitas desaparecían rápidamente entre bocados felices. Cuando llegó la hora de irse, Pipe se despidió de sus amigos con una gran sonrisa en su rostro.
Había descubierto que no importaba si las áreas de juego estaban ocupadas o no, siempre había otras opciones para divertirse.
En el camino de regreso a casa, Pipe le dijo a sus abuelos: "Hoy aprendí algo muy importante: cuando las cosas no salen como esperamos, podemos encontrar nuevas formas de disfrutar y hacer amigos". Sus abuelos asintieron orgullosos mientras caminaban junto a su querido nieto. Sabían que aquel día en la plaza había sido más que solo diversión; había sido una valiosa lección sobre adaptabilidad y compañerismo.
Y así, Pipe continuó explorando cada rincón del mundo con su pelota y galletitas siempre listas para compartir. Porque sabía que la verdadera magia estaba en disfrutar cada momento juntos, sin importar los obstáculos que pudieran aparecer en el camino.
FIN.