El equipo de los tres amigos
Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, tres amigos inseparables llamados Mauricio, Gabriel y Moisés. Aunque eran muy diferentes entre sí, tenían una pasión en común: el básquetbol.
Los tres soñaban con convertirse en grandes jugadores y representar a su país. Un día, mientras caminaban por el parque del pueblo, se encontraron con un cartel que anunciaba la creación de un equipo de básquet para principiantes.
Sin dudarlo, los tres amigos decidieron apuntarse y comenzar su aventura en el mundo del deporte. El primer día de entrenamiento llegó y los chicos estaban emocionados.
El entrenador era un hombre amable llamado Juan Carlos, quien les explicó que aprenderían las técnicas básicas del juego y practicarían todos los días. Durante las primeras semanas, Mauricio demostró tener habilidades naturales para el básquetbol. Sus tiros siempre iban al aro y sus movimientos eran rápidos y precisos.
Gabriel era más alto que los demás y destacaba por sus espectaculares bloqueos defensivos. Por otro lado, Moisés no tenía mucha destreza aún, pero trabajaba duro para mejorar cada día. A medida que pasaba el tiempo, Mauricio empezó a comportarse de manera arrogante debido a su talento innato.
Se burlaba de los errores de sus compañeros e incluso dejaba de pasarles la pelota durante los partidos.
Gabriel se cansó de esta actitud negativa y decidió hablar con Mauricio seriamente: "Mauri, entiendo que seas bueno en esto pero no puedes tratar así a tus amigos. Todos estamos aquí para aprender juntos y disfrutar del juego. No dejes que tu ego arruine nuestra amistad". Mauricio se sintió mal por su comportamiento y se disculpó con Gabriel y Moisés.
A partir de ese momento, decidió cambiar su actitud y apoyar a sus amigos en lugar de menospreciarlos. Con el tiempo, los tres chicos comenzaron a mejorar significativamente.
Mauricio aprendió a valorar el trabajo en equipo y dejó de ser egoísta en la cancha. Gabriel perfeccionó sus habilidades defensivas y se convirtió en un verdadero muro para los oponentes.
Moisés, gracias a su dedicación constante, logró superar sus limitaciones iniciales y sorprendió a todos con su progreso. Llegó el día del primer partido oficial del equipo principiante contra otro pueblo cercano. Los chicos estaban nerviosos pero emocionados por mostrar todo lo que habían aprendido.
Durante el partido, Mauricio pasaba la pelota sin dudarlo, Gabriel bloqueaba todos los tiros rivales e Moisés anotaba algunos puntos importantes. Juntos formaban un equipo imparable. Al finalizar el partido, ganaron por una amplia diferencia.
Pero más allá del resultado, lo más importante era que habían demostrado que la amistad y el trabajo en equipo siempre triunfan sobre las habilidades individuales. Desde aquel día, Mauricio, Gabriel y Moisés continuaron jugando al básquetbol juntos durante muchos años más. Aprendieron valiosas lecciones sobre humildad, respeto hacia los demás y perseverancia.
Y así es como estos tres amigos inseparables lograron cumplir su sueño de convertirse en grandes jugadores de básquetbol, pero sobre todo, en personas ejemplares dentro y fuera de la cancha.
FIN.