El equipo de Max



Había una vez un perro llamado Max, quien tenía un gran sueño: jugar en la cancha de fútbol como lo hacían los leones.

Pero todos se reían de él y le decían que era imposible que un perro jugara al fútbol. Un día, mientras caminaba por el parque, Max vio a un grupo de leones jugando al fútbol en la cancha. Él se acercó tímidamente y les preguntó si podía jugar con ellos.

Los leones se rieron y dijeron que no había lugar para un perro en su equipo. Max estaba triste pero no se dio por vencido. Decidió practicar cada día más duro para mejorar sus habilidades en el fútbol.

Corría detrás del balón todo el tiempo y saltaba obstáculos para llegar hasta él. Un día, durante uno de sus entrenamientos, Max encontró a una pequeña ratita atrapada bajo una piedra.

Sin pensarlo dos veces, la ayudó a salir y la llevó a su madriguera segura y sana. La ratita estaba muy agradecida con Max por haberla salvado y quería hacer algo por él también. Le ofreció enseñarle algunos trucos secretos para mejorar su juego de fútbol.

Gracias a los consejos de la ratita, Max mejoró mucho su técnica en el campo de juego. Fue tan bueno que incluso los leones comenzaron a notarlo. Finalmente llegó el gran partido entre los leones y otro equipo rival.

Y cuando estaban perdiendo 3-0, uno de los jugadores del equipo rival resultó herido y tuvo que retirarse del campo. Los leones no tenían a nadie más para sustituirlo, y fue entonces cuando Max se ofreció a jugar en su lugar.

Los leones aceptaron con reticencia, pero poco después de que empezó el juego, Max demostró lo bueno que era en el campo de fútbol.

Con sus habilidades y velocidad, logró marcar dos goles seguidos para los leones y cambiar el rumbo del partido. Al final, ganaron 4-3 gracias al esfuerzo y la determinación de Max. Después del partido, los leones se acercaron a Max para felicitarlo por su gran actuación.

Finalmente habían aprendido que las apariencias engañan y que todos merecen una oportunidad justa sin importar quiénes sean o cómo luzcan. Desde ese día en adelante, Max se convirtió en un jugador importante en el equipo de los leones.

Y siempre recordaba la valiosa enseñanza que la ratita le había dado: nunca subestimes tus habilidades y nunca te rindas ante un desafío.

FIN.

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