El equipo de Míriam


Míriam era una niña a la que le encantaba el fútbol. Todos los días iba al campo de la U. D (Unión Deportiva) para ver a su equipo favorito entrenar y soñar con ser parte de él algún día.

Un día, mientras observaba desde las gradas, vio llegar a Sergio Ramos, un famoso jugador de fútbol que venía a visitar al equipo.

Míriam se emocionó mucho al ver a su ídolo en persona y no podía dejar de mirarlo con admiración. Sergio Ramos saludó a los jugadores y comenzó a hablarles sobre la importancia del trabajo en equipo y la dedicación en el deporte. Los jugadores escuchaban atentamente, pero de repente empezaron a discutir entre ellos.

"¡No estamos trabajando lo suficientemente duro! ¡Debemos esforzarnos más si queremos ganar!" -gritó uno de los jugadores. "¡No es cierto! Estamos dando todo en cada entrenamiento.

El problema es la falta de comunicación en el campo" -respondió otro. La discusión se intensificaba y Míriam estaba preocupada por el ambiente tenso que se había creado. En ese momento, llegó el director de la U. D.,

un hombre amable y sabio que era respetado por todos en el club. Se acercó al grupo de jugadores y les pidió que se calmaran. "¿Qué está pasando aquí?" -preguntó con voz serena.

Los jugadores explicaron lo que estaban discutiendo y cómo habían interpretado mal las palabras de Sergio Ramos. El director escuchaba con atención y luego les dijo:"Creo que ha habido un malentendido. Sergio vino aquí para motivarlos, no para criticar su desempeño.

Es importante aprender a trabajar juntos, apoyarse mutuamente y comunicarse claramente dentro del campo. "Los jugadores reflexionaron sobre las palabras del director y se dieron cuenta de que habían malinterpretado las intenciones tanto de Sergio Ramos como las suyas propias.

Se disculparon entre ellos y prometieron esforzarse por mejorar juntos como equipo. Míriam aprendió una gran lección ese día: la importancia del trabajo en equipo, la comunicación efectiva y la claridad en las relaciones interpersonales.

Se sintió inspirada por cómo el director había resuelto el conflicto con sabiduría y comprensión. Desde entonces, Míriam siguió asistiendo fielmente a los entrenamientos de la U. D.,

soñando con formar parte del equipo algún día y recordando siempre aquella experiencia donde aprendió que incluso los malentendidos pueden resolverse con diálogo, empatía y buena voluntad.

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