El equipo de Villa Esperanza
En un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, cuatro amigos inseparables se reunían todas las tardes en la plaza para jugar a su deporte favorito: el fútbol y el béisbol.
Martín, Juan, Sofía y Valentina eran muy distintos entre sí, pero compartían una pasión inquebrantable por los deportes. Una tarde soleada de verano, mientras pateaban la pelota en la canchita improvisada de la plaza, decidieron organizar un partido especial que combinara ambos deportes.
Martín propuso jugar al "Fúbolbéis", una mezcla divertida de fútbol y béisbol que emocionó a todos. - ¡Vamos a dividirnos en dos equipos! - exclamó Martín con entusiasmo.
- ¡Sí! Y cada gol vale un punto, pero si logramos atrapar la pelota antes de que toque el suelo tres veces seguidas, sumamos otro punto extra - agregó Juan emocionado. Los cuatro amigos se pusieron de acuerdo en las reglas del juego y comenzaron a disputar el partido más divertido e intenso que habían jugado nunca.
Sofía demostraba su habilidad en el fútbol con sus precisos pases; Valentina sorprendía a todos con su velocidad al correr las bases del béisbol; Juan se destacaba por su puntería impecable al disparar tiros al arco; y Martín brillaba tanto en defensa como en ataque.
El marcador estaba parejo hasta el último minuto del partido. El equipo de Juan y Valentina iba ganando por un punto, pero era el turno final del equipo de Sofía y Martín para atacar.
Con astucia y trabajo en equipo lograron empatar el partido justo cuando sonaba la campana que indicaba el final del tiempo reglamentario. - ¡Esto va a penales! - anunció Valentina con emoción.
- ¡Qué nervios! - exclamó Sofía mientras se preparaban para definir al ganador desde los doce pasos. Cada jugador tomó su posición y se concentró al máximo.
Los penales fueron tan reñidos como todo el partido, hasta que finalmente fue Martín quien convirtió el gol decisivo que les dio la victoria a él y a Sofía. - ¡Ganamos! ¡Ganamos! - gritaban los cuatro amigos abrazándose con alegría. - ¡Fue increíble cómo trabajamos juntos para lograrlo! - expresó Juan orgulloso.
Desde ese día, los cuatro amigos siguieron jugando partidos de "Fúbolbéis" todas las tardes en la plaza de Villa Esperanza. Aprendieron que trabajar en equipo, valorar las habilidades individuales de cada uno y divertirse juntos eran claves no solo para ganar partidos, sino también para fortalecer su amistad día tras día.
Y así continuaron escribiendo historias memorables llenas de risas, juegos inolvidables y aprendizajes compartidos bajo el cálido sol del verano argentino.
FIN.