El Equipo de Yadiel
En el pequeño pueblo de Laguna Prieta, vivía un niño de diez años llamado Yadiel. Siempre llevaba una sonrisa en el rostro y una pelota en la mano. Desde que tenía memoria, había soñado con convertirse en un gran jugador de fútbol. Cada tarde, luego de terminar las tareas escolares, Yadiel corría al parque donde se reunían sus amigos para jugar.
Un día, mientras estaba en el parque, Yadiel escuchó a sus amigos hablar sobre un torneo de fútbol que se llevaría a cabo en el pueblo vecino.
"¿Escucharon? ¡Va a haber un torneo de fútbol en Villa Esperanza!" - exclamó Lucas, uno de sus amigos.
"¡Sí! Vamos a participar con nuestro equipo!" - dijo Ana, emocionada.
"Pero necesitamos un nombre para el equipo. ¿Qué tal 'Los Invencibles'?" - sugirió Tomás.
Yadiel, emocionado, levantó la mano y dijo:
"¿Puedo ser parte del equipo?",
"Por supuesto!" - contestaron todos al unísono.
"Pero necesitamos un nombre más original, algo que nos represente."
"¿Qué tal 'Los Guerreros de Laguna'?" - propuso Ana.
"¡Me encanta!" - dijo Yadiel, y todos asentieron.
Comenzaron a ensayar todos los días después de la escuela. Yadiel pronto se dio cuenta de que algunos de sus amigos tenían habilidades especiales. Lucas era muy rápido, Ana era muy precisa al patear, y Tomás tenía una gran táctica. Pero había algo que inquietaba a Yadiel; no era el mejor jugador del equipo. A menudo se quedaba atrás mientras los demás se turnaban para anotar goles y él simplemente miraba.
Una semana antes del torneo, comenzaron a sentir los nervios. Una tarde, mientras entrenaban, Yadiel sintió que no podía más. Se sentó en el borde del campo, con la cabeza baja.
"¿Por qué te ves tan triste, Yadiel?" - le preguntó Ana al verlo.
"Siento que no soy tan bueno como ustedes. Quizás debería dejar el equipo..."
"¡No!" - exclamó Lucas. "Tú eres parte de este equipo, y cada uno tiene su rol. A veces, el mejor jugador no es solo el que anota los goles."
"Tenés razón, Lucas. Pero, ¿cuál es mi rol?"
"Podés ser el que organiza las jugadas. ¿Por qué no practicás eso más?" - sugirió Tomás.
"¡Vamos a ayudar a Yadiel!" - agregó Ana, sonriendo.
Esa noche, Yadiel decidió practicar. Se quedó un rato más en el parque, lanzando la pelota al aire y tratando de imaginar jugadas. Fue entonces cuando se dio cuenta de que sus amigos lo estaban mirando desde lejos.
"¡Eso es!" - gritó Lucas, levantando el pulgar.
"¡Sigue así!" - animó Ana.
"Estás mejorando, Yadiel!" - añadió Tomás.
El día del torneo llegó y el equipo de 'Los Guerreros de Laguna' estaba listo. En el primer partido, comenzó muy nervioso, pero cuando se dio cuenta de que su tarea era organizar y hacer destacar a sus amigos, empezó a relajarse.
En un momento crucial del partido, Lucas estaba a punto de ser marcado por un rival. Yadiel, recordando sus prácticas, gritó:
"¡Lucas! ¡A la derecha!"
Lucas se movió rápidamente y logró recibir la pelota, lo que permitió que anotara un gol.
"¡Bien hecho, Yadiel!" - le gritaron en susurros emocionados.
El equipo avanzó hasta la final, y durante el último encuentro, se encontraron contra un equipo mucho más fuerte. La tensión se sentía en el aire, pero Yadiel sabía que estaba aprendiendo. Con cada pase y organización de juego, su confianza crecía.
Cuando quedaron a solo un gol de distancia de ganar, Yadiel hizo la jugada final.
"¡Ana, a la izquierda!" - gritó.
Ana recibió el balón y con su habilidad, logró el gol de la victoria.
"¡Lo hicimos!" - gritaron todos al unísono.
Después de ese día, Yadiel se dio cuenta de que no se trataba solo de ser el mejor jugador. La amistad y el trabajo en equipo eran los verdaderos ganadores.
Esa es la historia de Yadiel, un niño que aprendió que todo el esfuerzo vale la pena y que ser parte de un equipo es uno de los mayores logros que uno puede tener.
"¡Felicitaciones, Guerreros de Laguna!" - dijo el entrenador.
"¡Esto es solo el comienzo!" - agregó Yadiel, con una sonrisa brillante en su rostro.
FIN.