El equipo estrellado
Había una vez un establo muy pequeño en la tranquila granja del señor Juan.
Dentro de este acogedor lugar vivían cinco animales: un perro llamado Toby, un gato llamado Luna, una vaca llamada Margarita, unas gallinas llamadas Canela y Pepona, y un caballo noble llamado Rayo. Todos los días, estos animales disfrutaban de la compañía del granjero y se ayudaban mutuamente.
Toby siempre vigilaba el establo para proteger a sus amigos; Luna cazaba ratones para mantener el lugar limpio; Margarita daba leche fresca todas las mañanas; Canela y Pepona ponían huevos deliciosos; y Rayo llevaba al señor Juan a todos lados con su fuerte espalda.
Un día nublado, mientras los animales jugaban felices en el establo, comenzó a soplar un viento fuerte y oscuro. El cielo se llenó de nubes grises y pronto la lluvia comenzó a caer torrencialmente. - ¡Oh no! -exclamó Toby-. Esta tormenta es muy fuerte. Debemos buscar refugio.
Los demás animales asintieron preocupados mientras buscaban algún lugar seguro dentro del establo. Pero este era tan pequeño que apenas había espacio para todos. - No podemos quedarnos aquí -dijo Margarita angustiada-. Tenemos que encontrar otro lugar donde resguardarnos.
Rayo sugirió ir al granero vecino, pero estaba demasiado lejos para llegar corriendo bajo la lluvia intensa. Fue entonces cuando Canela tuvo una idea brillante. - ¡Esperen! -dijo Canela-.
¿Y si construimos un refugio temporal en el establo mismo? Todos los animales se miraron sorprendidos, pero pronto se dieron cuenta de que era la mejor opción. Juntos, comenzaron a mover pacas de heno y piezas de madera para hacer una pequeña estructura dentro del establo.
Aunque el espacio seguía siendo ajustado, todos encontraron un rincón donde resguardarse mientras la tormenta azotaba afuera. El sonido del viento y la lluvia era aterrador, pero juntos se sentían más seguros. Pasaron las horas y poco a poco la tormenta fue disminuyendo.
Los animales salieron del refugio improvisado y observaron cómo los rayos del sol comenzaban a asomarse tímidamente entre las nubes. - ¡Lo logramos! -exclamó Rayo emocionado-. Aunque fue difícil, pudimos protegernos juntos.
Los demás animales asintieron con alegría y gratitud hacia Canela por su ingeniosa idea. Comprendieron que trabajar en equipo les había permitido superar cualquier obstáculo que se les presentara.
Desde aquel día, los animales del establo aprendieron que no importaba qué tan pequeño o grande fuera el problema; siempre podían encontrar una solución si trabajaban juntos. Y así, vivieron felices y en armonía en su acogedor establo, sabiendo que tenían unos a otros para enfrentar cualquier desafío que la vida les trajera.
FIN.