El equipo mágico de Futista Pelota
Había una vez en un estadio de fútbol muy especial, donde todos los elementos cobraban vida. Desde las gradas hasta el césped, cada uno tenía su propia personalidad y sus propias historias que contar.
Pero entre todos ellos, había uno que destacaba por encima de los demás: Futista Pelota. Futista Pelota era una pelota de fútbol mágica que podía hablar y moverse por sí misma.
Tenía la habilidad de dar pases perfectos y hacer regates increíbles, lo que la convertía en la favorita de todos los jugadores que pasaban por el estadio. Pero a pesar de su talento, Futista Pelota siempre estaba un poco triste.
Un día, mientras rodaba por el campo después de un partido, Futista Pelota se detuvo en seco al escuchar unas risas provenientes del vestuario visitante. Se acercó sigilosamente y vio a un grupo de balones viejos y desgastados burlándose de uno más pequeño que ellos.
"¡Ja ja ja! Mira qué ridículo eres con tu tamaño diminuto", se burlaba Balón Viejo 1. "Nunca podrás ser como nosotros, los grandes y poderosos balones del estadio", agregó Balón Viejo 2 con tono altanero.
El pequeño balón sollozaba en silencio mientras los otros reían a carcajadas. Futista Pelota no pudo contener su indignación y rodó hacia ellos con determinación. "¡Dejen en paz a este pequeño balón! Todos tenemos nuestro valor sin importar nuestra apariencia o tamaño", exclamó Futista Pelota con firmeza.
Los balones viejos se quedaron sorprendidos ante la valentía de Futista Pelota, quien les recordó lo importante que es respetar a los demás y trabajar juntos como equipo para lograr grandes cosas.
Poco a poco, los balones viejos comprendieron su error y pidieron disculpas al pequeño balón. Desde ese día, Futista Pelota se convirtió en amiga del pequeño balón y juntos entrenaban duro para mejorar sus habilidades.
Con el tiempo, el pequeño balón creció fuerte y seguro de sí mismo gracias al apoyo de Futista Pelota y aprendió a nunca dejarse intimidar por las palabras hirientes de los demás.
Y así, en aquel estadio mágico donde todo era posible, Futista Pelota enseñó una gran lección: la verdadera grandeza no está en cómo nos veamos por fuera, sino en cómo tratamos a los demás y en cómo trabajamos juntos para alcanzar nuestras metas.
Y desde entonces, todos vivieron felices sabiendo que la amistad y el trabajo en equipo siempre triunfan sobre la adversidad.
FIN.