El Equipo Soñado



Era una brillante mañana de sábado en la ciudad de Villa Clara. En un polideportivo lleno de vida, los ecos de pelotas de vóley rebotaban en las paredes mientras un grupo de niñas entusiastas llegaba para su entrenamiento. Laura, una entrenadora apasionada, esperaba ansiosa a que sus pequeñas deportistas comenzaran la práctica.

Laura, una mujer de gran energía, había decidido dedicarse a entrenar a menores porque sabía lo importante que era para ellas sentirse fuertes y unidas. Este año, había formado un nuevo equipo llamado “Las Chicas del Vóley”.

"¡Chicas, bienvenidas!" - gritó Laura con una sonrisa "Hoy será un día especial, así que preparen esos músculos y su mejor actitud. ¡Vamos a trabajar en equipo!"

Las niñas, de entre 10 y 12 años, la miraron con entusiasmo. Entre ellas estaba Sofía, una chica soñadora pero algo insegura. A menudo dudaba de sus habilidades, pero se había decidido a dar lo mejor de sí.

"Laura, ¿creés que puedo ser la líbero?" - preguntó Sofía tímidamente.

"Por supuesto, Sofía. Pero recuerda, ser líbero requiere mucha confianza y determinación. Haremos ejercicios para mejorar esa parte."

El entrenamiento comenzó, y mientras pasaba el tiempo, las chicas se reían, se ayudaban mutuamente y se esforzaban al máximo. Sin embargo, un día, durante un partido de práctica, algo inesperado sucedió. Cuando llegaba el momento de hacer un saque, el corazón de Sofía latía rápido y se sentía nerviosa. Cuando fue su turno, lanzó la pelota, ¡pero el saque se desvió y cayó fuera de la cancha!"¡Ay no, qué mal!" - se quejó Sofía, sintiéndose avergonzada.

Laura, que estaba observando de cerca, se acercó para consolarla:

"Sofía, no te preocupes. Todos cometemos errores. ¿Sabías que la gran mayoría de los jugadores profesionales también fallan? Lo importante es aprender de cada error y seguir intentándolo. ¡Vamos a practicar un poco más esa técnica!"

Sofía sonrió, sintiéndose un poco mejor y decidida a superar sus inseguridades. A lo largo de las semanas, Laura comenzó a notar el progreso de todas las chicas. Formaron un ambiente de amistad y apoyo. Sin embargo, la confianza de Sofía estaba tomando tiempo. Aunque mejoró su saque, sentía que siempre se quedaba atrás en comparación con las demás.

Un día, Laura decidió que era momento de organizar un mini torneo en el polideportivo. Sus chicas estaban emocionadas, pero Sofía se sentía nerviosa por la presión de jugar de verdad en un torneo.

"Laura, ¿y si no juego bien?" - inquietó Sofía al final de la práctica.

"Sofía, recuerda que lo más importante es disfrutar del juego y aprender con cada partido. No se trata solo de ganar, sino de compartir con el equipo y pasarlo bien."

El día del torneo llegó, y las chicas estaban listas con sus uniformes nuevos. Mientras los partidos iban avanzando, el equipo de “Las Chicas del Vóley” se defendía con mucha fuerza. Sin embargo, en el último partido, se encontraron contra un equipo muy fuerte. Todo parecía complicado y, al final del primer set, el marcador estaba 24-15 a favor del equipo contrario.

Laura, al ver la desilusión en sus rostros, decidió hacer un cambio:

"Chicas, ¡escuchen! Sabemos que estamos enfrentando un gran equipo, pero recuerden que somos un equipo fuerte y unido. ¡Hagamos nuestra mejor jugada y disfrutemos! Sofía, tu turno de jugar de líbero. ¡Cada vez que recibas la pelota, cuéntale a tu corazón lo que vales!"

Con las palabras de aliento y ese espíritu renovado, las chicas se animaron. Cuando Sofía entró a la cancha, sintió una energía especial. Su confianza creció y, en su primera acción, pudo recibir un saque directo.

"¡Lo logré!" - gritó, sorprendida y feliz.

Con cada jugada, Sofía empezó a brillar, haciendo recepciones clave y levantando el ánimo del equipo. Se sintió como una verdadera líbero y, al final del set, sorprendieron a todos al ganar el siguiente 26-24.

El tercer set fue muy reñido. Ambas partes luchaban por cada punto. Finalmente, en un momento decisivo, Laura lanzó un grito al ánimo:

"¡Sofía, ahora! ¡Dale tu mejor saque!"

Sofía, llena de confianza, tomó la pelota y respiró profundo. Lo lanzó, lo tocó perfectamente y... ¡la pelota voló con fuerza, directamente al suelo del equipo contrario! Fue un punto espectacular que las llevó a ganar el partido.

Las Chicas del Vóley celebraron su victoria con risas y abrazos, y Sofía se dio cuenta de que no solo había demostrado su habilidad, sino que también se había ganado un lugar especial en su equipo, además de la confianza que tanto buscaba.

Después del torneo, Laura organizó una merienda:

"Estoy tan orgullosa de cada una de ustedes. No solo ganamos un torneo, sino que aprendimos a confiar en nosotras mismas y en el trabajo en equipo. ¡Eso es lo que más importa!"

Sofía miró a sus compañeras, sonriendo, con el corazón lleno de felicidad y muchas ganas de seguir aprendiendo.

"Gracias, Laura. Me siento parte del equipo y eso es lo más bonito" - respondió con una sonrisa radiante.

A partir de ese momento, cada sábado en el entrenamiento, esas chicas no solo mejoraron su juego, sino que también crecieron como amigas, apoyándose mutuamente a enfrentar cada desafío. Y ahí estaba Sofía, quien se dio cuenta de que, a veces, se necesita un gran partido para descubrir el verdadero equipo que llevamos dentro.

Y así, con amor y esfuerzo, Las Chicas del Vóley continuaron su camino, preparándose para nuevas aventuras y desafíos, siempre unidas y siempre buscando ser sus mejores versiones.

Fin.

FIN.

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