El equipo soñador


Había una vez un niño llamado Juan que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas. Desde muy chico, a Juan le encantaba jugar al fútbol con sus amigos en el parque del pueblo.

Pero su gran sueño era poder jugar en un estadio lleno de gente. Un día, mientras jugaban al fútbol, uno de los amigos de Juan se lastimó y no pudo seguir jugando.

Entonces, Juan decidió llevarlo a casa y durante el camino se encontraron con un hombre mayor que estaba arreglando la cerca de su casa. "¿Qué les pasa chicos?", preguntó el hombre. "Mi amigo se lastimó jugando al fútbol", respondió Juan preocupado.

"Vengan conmigo, tengo algo para mostrarles", dijo el hombre misterioso. El hombre llevó a los niños hacia atrás de su casa donde había una cancha de fútbol abandonada. La cancha tenía tribunas y luces como si fuera un estadio real. "¿Qué es esto?", preguntó Juan asombrado.

"Esto es mi viejo campo de entrenamiento cuando yo era joven", respondió el hombre. "Ahora está abandonado pero ustedes pueden usarlo para practicar".

Juan no podía creer lo que veía y rápidamente convenció a sus amigos para empezar a practicar todos los días después del colegio en la cancha abandonada. Ellos mejoraron mucho como equipo gracias a las prácticas constantes.

Un día, mientras estaban practicando, un famoso cazatalentos del mundo del fútbol pasaba por allí y quedó impresionado por la habilidad de los chicos. Les ofreció la oportunidad de jugar un partido en el estadio de la ciudad. "No podemos creerlo", dijo Juan emocionado. "¡Nuestro sueño se está haciendo realidad!".

El día del partido, todos los habitantes del pueblo fueron a ver a los chicos jugar. Los niños estaban nerviosos pero también emocionados por poder jugar en un estadio real.

El partido fue muy reñido pero gracias a la práctica, el trabajo en equipo y el apoyo de su comunidad, los chicos lograron ganar. Fue una victoria inolvidable para ellos y para todo el pueblo. "Esto es lo mejor que me ha pasado", dijo Juan con lágrimas en los ojos después del partido.

"Recuerda siempre que si trabajas duro y no te rindes, puedes lograr cualquier cosa", respondió el hombre misterioso quien había llegado al estadio para verlos jugar.

A partir de ese día, Juan y sus amigos siguieron practicando arduamente y nunca dejaron de soñar con llegar aún más lejos en el mundo del fútbol.

Y aunque nunca volvieron a jugar en un estadio lleno de gente como aquel día, siempre recordaron esa victoria como uno de los momentos más importantes de sus vidas.

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