El equipo unido
Había una vez en la ciudad de Buenos Aires un grupo de amigos llamados Martín, Sofía y Lautaro que eran fanáticos del rugby. Pasaban horas entrenando juntos y soñaban con algún día representar a su país en el mundial.
Un día, mientras jugaban en el parque, se enteraron de que Argentina había llegado a la final del mundial de rugby contra Inglaterra. Estaban emocionados y no podían esperar para ver el partido.
El día del partido llegó y todos los argentinos estaban ansiosos por ver cómo se desarrollaría el encuentro. El estadio estaba lleno de banderas celestes y blancas, con cánticos de aliento resonando por todo el lugar.
El partido comenzó y ambos equipos dieron lo mejor de sí. Fue una batalla intensa donde cada punto era crucial. Los minutos pasaron volando hasta que finalmente llegó el momento decisivo.
Faltaba poco tiempo para que terminara el partido cuando Lautaro recibió un pase perfecto y corrió hacia la línea de try contraria. Con cada zancada, sentía cómo la emoción se apoderaba de él.
Llegó al área rival, esquivó a dos defensores ingleses y apoyó la pelota justo detrás del in-goal ¡Era un try! La multitud estalló en aplausos y gritos eufóricos. "¡Ganamos! ¡Ganamos!" exclamaron Martín y Sofía abrazándose emocionados. Pero algo inesperado sucedió después del festejo.
Algunas personas comenzaron a cantar "El que no salta es un inglés", mientras señalaban a los fanáticos de Inglaterra que estaban en el estadio. Martín, Sofía y Lautaro se miraron entre sí con preocupación. "No está bien burlarnos de los demás por su nacionalidad", dijo Martín con una voz seria.
Sofía asintió y agregó: "Es importante recordar que el deporte es una forma de unir a las personas, no para crear divisiones". Lautaro reflexionó unos segundos antes de decir: "Tienes razón, chicos.
No debemos permitir que la rivalidad nos haga olvidar lo valioso que es el respeto hacia los demás". Decidieron dar un paso adelante y hablar con las personas que cantaban esa canción. Les explicaron cómo sus palabras podían herir a otros y les pidieron amablemente que dejaran de hacerlo.
Para sorpresa de los amigos, muchas personas comprendieron su mensaje y se disculparon por su comportamiento. Algunos incluso comenzaron a animar juntos sin importar la nacionalidad. Al final del partido, Argentina ganó contra Inglaterra por un solo punto.
Pero lo más importante fue lo que aprendieron ese día: la importancia del respeto y la unidad en el deporte. Martín, Sofía y Lautaro se dieron cuenta de que habían hecho algo mucho más grande que celebrar una victoria.
Habían demostrado cómo la pasión por el rugby podía unir a las personas más allá de sus diferencias.
Desde aquel día, los amigos continuaron practicando juntos pero también promoviendo valores como el respeto y la igualdad en todos los aspectos de sus vidas. Y así, cada vez que jugaban al rugby o asistían a un partido, recordaban que el verdadero espíritu del deporte radica en la amistad, el respeto y la unidad entre todos los jugadores y fanáticos, sin importar su nacionalidad.
FIN.