El Erizo y el Robot en el Poblado Navideño



En un pintoresco poblado navideño, con luces parpadeantes y árboles adornados, vivía un pequeño erizo llamado Hugo. Hugo estaba muy emocionado porque iba a visitar a sus amigos: la ardilla Sofía y el ciervo Lucas. Sin embargo, había un pequeño problema: sus púas eran muy puntiagudas y le preocupaba hacerles daño. Entonces, decidió que necesitaba algodón para cubrir sus púas y así poder jugar sin preocupaciones.

Una mañana, mientras paseaba por el poblado, vio un brillante robot llamado Lito, que estaba ayudando a los habitantes de la aldea a preparar la celebración de navidad.

"Hola, Lito!" - dijo Hugo, moviendo su pequeño cuerpo de erizo y sintiéndose un poco tímido. "¿Podrías ayudarme? Necesito llegar a casa de mis amigos, pero tengo que encontrar algodón primero."

"¡Hola, Hugo!" - respondió Lito con una sonrisa metálica. "Claro que sí, me encantaría ayudarte. ¿Sabes dónde podemos encontrar ese algodón?"

"Creo que en el armario de la señora Matilda, ella siempre tiene cosas para manualidades."

Así que Hugo y Lito se pusieron en marcha. Caminaban, pasaban por la plaza del pueblo llena de decoraciones festivas, y el aroma de galletitas de jengibre flotaba en el aire.

"¿Y qué piensas hacer con el algodón?" - preguntó Lito curioseando.

"Quiero cubrir mis púas para que no lastimen a mis amigos... a veces me da miedo jugar porque podría pincharlos."

Lito se detuvo y pensó. "Es muy noble de tu parte querer cuidar a tus amigos. Pero, ¿no crees que tus amigos te aceptarán tal como eres?"

Hugo se quedó pensativo. "Es cierto, ellos son mis amigos, pero aún así... me gustaría que no corrieran peligro."

Finalmente llegaron a la casa de Matilda, quien estaba en su taller lleno de trastos y materiales de todo tipo.

"Hola, Matilda!" - saludó Hugo. "Estamos buscando algodón, ¿tienes?"

"¡Claro que sí!" - dijo Matilda mientras buscaba en un estante alto. "Pero el algodón está en lo alto. ¿Pueden ayudarme a alcanzarlo?"

Lito, siendo un robot alto, extendió su brazo y trajo el algodón sin esfuerzo.

"Gracias, Lito!" - exclamó Matilda. "Siempre es bueno tener un robot fuerte alrededor. ¿Para qué lo necesitan?"

"Voy a usarlo para cubrir mis púas y poder jugar con mis amigos sin hacerles daño."

Matilda sonrió. "Es muy dulce de tu parte, pero recuerda que tus amigos seguro que te aceptarán tal cual sos. A veces, ser uno mismo es el mejor regalo de todos."

Hugo se sintió más tranquilo, pero aún quería hacer las cosas de la mejor manera. Con el algodón en la mochila, se despidieron de Matilda y se dirigieron hacia la casa de Sofía y Lucas.

Un poco más tarde, mientras caminaban, escucharon un ruido. Había un pequeño muñeco de nieve que se había caído y ahora temía no poder levantarse.

"¡Oh, pobrecito!" - dijo Hugo, acercándose.

"¿Podemos ayudarlo, Lito?" - preguntó Hugo emocionado.

"Por supuesto, pero se necesita más que solo fuerza. Necesitamos ser ingeniosos" - dijo Lito.

Juntos, idearon un plan. Hugo utilizó el algodón y, con la ayuda de Lito, le hicieron una base al muñeco de nieve para que no se cayera más.

"¡Qué bien! Muchas gracias!" - dijo el muñeco de nieve, emocionado. "Ahora puedo quedarme de pie y disfrutar de la navidad sin miedo a caerme."

Luego de ayudar al muñeco, llegaron a la casa de Sofía y Lucas, donde los esperaban con ansias.

"¡Hugo!" - gritaron sus amigos al verlo llegar. "¿Tienes algodón para cubrirte?"

Hugo se rió. "¡Sí! Pero no solo eso, también ayudamos a un muñeco de nieve que estaba en problemas. A veces, uno puede ayudar a otros y eso nos hace sentir bien."

Sofía y Lucas sonrieron. "¡Nos alegra saber que te preocupás por nosotros! Pero siempre serás un buen amigo, con o sin algodón."

Juntos, empezaron a jugar en el jardín. Hugo, cubierto de algodón, saltaba y reía mientras sus amigos lo abrazaban, sin preocuparse en absoluto por sus púas.

Al final del día, comprendió que lo más importante no era el algodón o lo que tenía en su cuerpo, sino el cariño de sus amigos.

"Gracias por ayudarme, Lito. Hoy aprendí que ser uno mismo y ayudar a los demás nos hace brillar más que cualquier algodón."

"Sin dudas, Hugo. Y eso es lo que hace que la navidad sea especial" - agregó Lito, mientras una estrella brillaba en el cielo nocturno.

Y así, en el poblado navideño, Hugo y Lito vivieron una aventura que no solo fortaleció su amistad, sino que también enseñó el valor de aceptarse mutuamente y de ser solidarios.

FIN.

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