El Escarabajo Valiente



En un pequeño barrio de Buenos Aires, vivía un niño de cuatro años llamado Lucas. Lucas tenía una especial fascinación por los insectos, sobre todo por los escarabajos. Un día soleado, mientras jugaba en el jardín, encontró uno de los escarabajos más brillantes que jamás había visto, con un caparazón que brillaba como el sol.

"¡Mirá, mamá! ¡Un escarabajo hermoso!" - gritó Lucas.

Su mamá, que estaba regando las plantas, se acercó curiosa.

"¡Qué lindo que es, Lucas! Pero recordá que debemos cuidarlos y no molestarlos" - le dijo con una sonrisa.

Lucas miró al escarabajo y decidió que lo llamaría Brillante.

"Hola, Brillante. ¡Vamos a vivir una aventura!" - dijo el niño emocionado.

Lucas se acordó de lo que su mamá le había enseñado sobre la naturaleza, así que decidió que esa aventura sería un viaje a través del jardín para descubrir todos los secretos que guardaba. Con Brillante en su delgada mano, comenzó a caminar. De repente, escucharon un sonido fuerte y extraño.

"¿Qué fue eso?" - preguntó Lucas algo asustado.

Brillante, que parecía entenderlo, se movió con rapidez hacia el arbusto.

"Vamos a ver, amigo" - dijo Lucas animado.

Cuando se acercaron, descubrieron un grupo de hormigas que estaban luchando por mover una hoja enorme.

"¡Qué trabajadores son!" - comentó Lucas. "¡Vamos a ayudarles, Brillante!"

Así que Lucas, con mucho cuidado, levantó la hoja y se la acercó a las hormigas. Estas lo miraron agradecidas y siguieron su camino.

"¡Bien hecho, Lucas! ¡Estás ayudando a los insectos!" - dijo Brillante, o al menos eso pensó Lucas.

Continuaron su aventura, y al pasar por una flor, Lucas notó que había una mariquita atrapada en un pequeño hilo de telaraña.

"Oh no, tenemos que ayudarla!" - dijo Lucas con preocupación. "¡Voy a liberarla!"

Con mucho cuidado, con la ayuda de Brillante, logró cortar el hilo sin lastimarla.

"Gracias, niño, ¡eres un héroe!" - dijo la mariquita. "¿Por qué te importa tanto la naturaleza?"

Lucas respondió con sinceridad:

"Porque todos los seres vivos somos importantes y debemos cuidarnos entre nosotros. Además, ¡los insectos son geniales!"

La mariquita sonrió.

"Así es, pequeño. Nunca olvides la importancia de cada criatura, por más pequeña que sea. Pero también recuerda, la naturaleza necesita nuestro cuidado" - la mariquita se despidió volando feliz.

Poco después, continuaron su aventura, y de repente, Lucas y Brillante vieron algo sorprendente: un grupo de escarabajos estaba reunido alrededor de un charco de agua sucia.

"¿Qué hacen ahí?" - preguntó Lucas. "¡Esas no son aguas limpias!"

Atraído por su curiosidad, se acercaron y escucharon una conversación entre los escarabajos.

"Este lugar solía tener agua cristalina, pero los niños arrojan basura aquí" - decía un escarabajo triste.

"Pero ¡no podemos quedarnos así!" - agregó otro escarabajo.

Lucas se sintió triste.

"¿Por qué los niños no cuidan de su entorno?" - preguntó preocupado.

Brillante asintió, como si también entendiera el problema. Lucas decidió que tenía que actuar.

"¡Voy a recordarles lo importante que es cuidar nuestro entorno!" - dijo decidido. "¡Vamos, Brillante!"

Así que, con su pequeña palita, comenzó a recoger la basura que encontraba junto a Brillante. Los escarabajos lo miraban asombrados y, al ver el esfuerzo de Lucas, comenzaron a ayudarlo. En poco tiempo, todo el charco estaba limpio. Lucas sonrió, orgulloso de su trabajo.

"¡Mirá cómo brillan, Brillante!" - dijo mientras miraban las aguas limpias.

Los escarabajos aplaudieron emocionados.

"¡Eres un verdadero amigo de la naturaleza, Lucas!" - dijo el escarabajo más grande. "Gracias a vos, nuestro hogar está a salvo. ¡Prometemos cuidar estos lugares!"

Al final del día, Lucas se despidió de sus nuevos amigos y con Brillante en su mano, volvió a casa.

"¡Mamá, ayudé a los insectos hoy!" - exclamó Lucas al entrar.

"¡Qué buen trabajo, Lucas! Es importante cuidar de nuestra naturaleza y de todos los seres que viven en ella" - respondió su mamá, dándole un abrazo.

Desde ese día, Lucas compartió su aventura con todos sus amigos, enseñándoles lo valioso que es cuidar la naturaleza y a los pequeños insectos que habitan en ella. Así, entre juegos y risas, todos aprendieron que cada acción, por pequeña que sea, puede marcar una gran diferencia en la tierra que compartimos.

Y así, Lucas se convirtió en un protector de la naturaleza, con la promesa de que siempre ayudaría a sus amigos insectos y cuidaría su hogar.

FIN.

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