El Escondite de la Amistad



Había una vez en un tranquilo barrio de Buenos Aires, dos primos muy traviesos llamados Marcelo y Kike. Marcelo tenía 9 años y Kike 12, y siempre estaban buscando aventuras para divertirse juntos.

Un día soleado, mientras jugaban en el patio trasero de la casa de Marcelo, Kike tuvo una idea emocionante.

Se acercó a su primo con una sonrisa pícara y le dijo: "¡Marcelo, tengo un juego genial para nosotros! ¿Estás listo?"Marcelo asintió emocionado y preguntó: "¿De qué se trata el juego, Kike?"Kike susurró misteriosamente: "Escondidas... ¡pero con un giro especial! Tendrás que esconderte tan bien que si te encuentro no podrás hablar ni reírte.

Y si logras evitar que te encuentre durante cinco minutos completos, tendrás que hacer cosquillas en tus pies usando un cepillo antes de poner un plato sobre ellos". Marcelo se rió nerviosamente ante el desafío pero aceptó jugar.

Los dos primos comenzaron a buscar los mejores lugares para esconderse por todo el patio trasero. Después de contar hasta diez, Kike comenzó a buscar frenéticamente a Marcelo. Revisaba cada rincón del patio trasero sin encontrarlo. Pero entonces escuchó algo detrás del arbusto más grande.

Se acercó sigilosamente y vio los pies de su primo sobresaliendo. Kike sonrió triunfante y exclamó: "-¡Te encontré!" Pero cuando esperaba oír risas o palabras divertidas de parte de Marcelo, se sorprendió al ver que estaba completamente callado.

Marcelo se había concentrado tanto en no reírse o hablar que había olvidado el tiempo límite. Kike se sintió un poco culpable por hacerlo pasar por esa situación y decidió darle una segunda oportunidad. "Está bien, Marcelo.

Vamos a jugar otra vez, pero esta vez te daré más tiempo", dijo Kike con amabilidad. Los primos volvieron a contar y comenzaron otro juego de escondidas.

Marcelo decidió buscar un escondite aún mejor y encontró un lugar perfecto detrás de unas macetas grandes en el jardín. Se mantuvo completamente quieto mientras Kike buscaba frenéticamente por todos lados. Pasaron los minutos y Kike no lograba encontrar a su primo.

Comenzó a sentirse frustrado hasta que escuchó un ruido extraño proveniente del lugar donde estaban las macetas. Se acercó sigilosamente y vio a Marcelo tratando desesperadamente de contener la risa.

Kike sonrió y exclamó: "-¡Te encontré! Pero como pasaste los cinco minutos sin reírte, ¡no tendrás que hacer cosquillas en tus pies!"Marcelo saltó de alegría y abrazó a su primo. Ambos se dieron cuenta de lo importante que era divertirse juntos sin importar quién ganara o perdiera.

A partir de ese día, Marcelo y Kike siguieron jugando juegos emocionantes pero siempre recordaron la importancia de ser justos y respetuosos entre ellos. Y así, estos dos primos aprendieron una valiosa lección sobre la importancia del compañerismo y la diversión en sus aventuras juntos.

Juntos descubrieron que los juegos no solo se trataban de ganar, sino también de crear recuerdos y fortalecer su amistad. Y así, Marcelo y Kike continuaron explorando el mundo juntos, siempre dispuestos a enfrentar nuevos desafíos mientras aprendían y crecían como primos inseparables.

FIN.

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