El esfuerzo de Bruna
Bruna era una niña curiosa y llena de energía. Siempre estaba buscando nuevas aventuras y retos para enfrentar.
Un día, mientras jugaba en el parque con sus amigos, escuchó a su hermano mayor, Lucas, hablar sobre un concurso de dibujo que se llevaría a cabo en la ciudad. Bruna se emocionó al instante. Le encantaba dibujar y siempre soñaba con mostrarle al mundo su talento.
Sin embargo, había un pequeño problema: Bruna no creía en la importancia del esfuerzo para lograr las cosas. Pensaba que si tenía talento natural, todo sería fácil. Lucas notó la actitud de Bruna y decidió darle un consejo muy especial.
—"Hermanita" , le dijo cariñosamente, "sé que tienes mucho talento para dibujar, pero también debes entender que el esfuerzo es fundamental para alcanzar tus metas".
Bruna frunció el ceño y preguntó: "¿Por qué debería hacer tanto esfuerzo si ya soy buena en algo?"Lucas sonrió y comenzó a contarle una historia: Había una vez una pequeña abeja llamada Amelia que vivía en un hermoso jardín lleno de flores coloridas. Amelia amaba volar de flor en flor recolectando néctar dulce para hacer miel.
Pero había una flor especial llamada Rosa Dorada que siempre se encontraba muy alta en el árbol más grande del jardín. Amelia soñaba con probar el néctar de la Rosa Dorada porque decían que era el más sabroso de todos.
Sin embargo, cada vez que intentaba volar hacia ella, se quedaba sin fuerzas y caía al suelo. Un día, Amelia decidió que no importaba cuánto esfuerzo le llevara, iba a alcanzar la Rosa Dorada. Así que comenzó a hacer ejercicio y fortalecer sus alas.
Pasaba horas practicando y volando más alto cada vez. Después de mucho tiempo y esfuerzo, Amelia finalmente logró llegar hasta la Rosa Dorada. Probó su néctar dulce y supo que todo el esfuerzo había valido la pena.
Bruna escuchó atentamente la historia de Lucas y reflexionó sobre ella. Comenzó a darse cuenta de que si quería realmente mostrar su talento al mundo, debía esforzarse y practicar aún más.
Decidida a demostrarle a todos lo buena dibujante que era, Bruna empezó a dedicarle tiempo todos los días. Investigó nuevas técnicas, asistió a talleres y nunca dejó de practicar.
A veces se frustraba cuando las cosas no salían como esperaba, pero recordaba la historia de Amelia y seguía adelante. Finalmente llegó el día del concurso de dibujo. Bruna presentó su obra con orgullo ante el jurado junto con muchos otros niños talentosos.
El jurado quedó impresionado por la creatividad y habilidad de Bruna para plasmar en papel sus ideas. Después de una larga espera llena de nerviosismo, anunciaron los resultados del concurso: ¡Bruna había ganado el primer lugar! Su familia estaba emocionada y muy orgullosa de ella.
Bruna comprendió entonces que fue gracias al esfuerzo constante que pudo mejorar su técnica y alcanzar su objetivo. Aprendió que el talento es un buen comienzo, pero es el esfuerzo lo que realmente nos lleva a la excelencia.
Desde aquel día, Bruna nunca dejó de esforzarse en todo lo que hacía. Sabía que con determinación y trabajo duro, podría lograr cualquier cosa que se propusiera.
Y así, Bruna se convirtió en una inspiración para todos los niños del pueblo, demostrando que el éxito no llega por arte de magia, sino a través del esfuerzo y la perseverancia.
FIN.