El esfuerzo de Carlitos


Había una vez, en un pequeño pueblo de Argentina, un niño llamado Carlitos. Era un niño muy inteligente y divertido, pero tenía un gran problema: no le gustaba hacer la tarea.

Un día, después de la escuela, su mamá le preguntó:- ¿Ya hiciste tu tarea, Carlitos? - No mamá, hoy no tengo ganas - respondió el niño con desgano. - Pero es importante que hagas tus tareas para aprender y sacar buenas notas - dijo su mamá preocupada.

- No importa mamá, yo ya sé todo lo que necesito saber - respondió Carlitos con arrogancia. Su mamá intentó explicarle la importancia de hacer sus tareas todos los días. Pero Carlitos seguía sin querer hacerlas.

Así pasaron varios días hasta que llegó el día del examen final. Carlitos estaba nervioso porque sabía que había muchas cosas que no había aprendido bien por no haber hecho las tareas.

Cuando recibió el examen se dio cuenta de que era mucho más difícil de lo que pensaba y se quedó trabado en varias preguntas. Después de entregar el examen y salir del aula, se sentó en una banca del parque a reflexionar sobre lo ocurrido.

Fue entonces cuando vio a unos niños jugando al fútbol cerca de él. Los observó por un rato y luego se acercó para pedirles si podía jugar también. Los niños aceptaron encantados y comenzaron a jugar juntos.

En ese momento Carlitos entendió algo muy importante: así como ellos practicaban todos los días para ser buenos en fútbol, él también debía practicar haciendo sus tareas para ser bueno en la escuela.

- Chicos, ¿ustedes practican todos los días para ser buenos en fútbol? - preguntó Carlitos sorprendido. - ¡Sí! - respondieron los niños al unísono. - Entonces yo también necesito practicar haciendo mis tareas todos los días para ser bueno en la escuela - dijo Carlitos con determinación.

Desde ese día, Carlitos empezó a hacer sus tareas todos los días y a estudiar más. Se dio cuenta de que aunque era inteligente, necesitaba esforzarse para aprender y sacar buenas notas.

Y así lo hizo, hasta convertirse en uno de los mejores estudiantes de su clase. Carlitos aprendió que no hay atajos en la vida y que todo lo que vale la pena requiere esfuerzo y dedicación.

Ahora se siente orgulloso de sí mismo por haber superado su problema y está feliz porque sabe que puede lograr todo lo que se proponga si trabaja duro para ello.

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