El Esfuerzo de Stephany
En un pequeño barrio de la ciudad, vivía una niña llamada Stephany. Era muy estudiosa, le encantaba aprender cosas nuevas y soñaba con ser una gran jugadora de vóley. Todos los días, después de la escuela, se quedaba un rato más en casa practicando sus saques y su servicio. Sin embargo, a pesar de todos sus esfuerzos, parecía que sus papás apenas lo notaban.
Un día, después de la escuela, Stephany se sentó con su mamá en la cocina. Con una voz tímida, le preguntó:
"Mamá, ¿viste cómo ganamos el partido del sábado?"
La mamá, sin dejar de cortar las verduras, respondió distraída:
"Sí, pero tu hermano tuvo un mejor rendimiento en el fútbol. Es un deportista nato."
Stephany se sintió un poco desilusionada, pero decidió que no se rendiría. Siguió entrenando y esforzándose, tanto en sus estudios como en el vóley. La siguiente semana, en la escuela, su maestra les propuso un proyecto grupal y Stephany fue elegida como líder del equipo.
"Voy a hacer lo mejor que pueda"," se dijo a sí misma mientras empezaba a organizar las tareas.
Trabajó arduamente para que el proyecto fuera un éxito y logró que todos sus compañeros estuvieran entusiasmados.
El gran día llegó y presentaron su proyecto sobre la importancia de proteger el medio ambiente. La maestra, impresionada, preguntó:
"¿Quién lideró este proyecto tan excepcional?"
Stephany, un poco nerviosa, levantó la mano y dijo:
"¡Yo!"
La maestra sonrió y dijo:
"¡Excelente trabajo, Stephany!"
La clase aplaudió y ella se sintió feliz, aunque sabía que su mamá no estaba en la escuela para verlo.
Esa noche, cenando en casa, Stephany terminó su plato y se animó a compartir:
"Mamá, hoy tuvimos la presentación del proyecto en la escuela y fue un éxito. Todos aplaudieron."
Su mamá respondió distraídamente:
"Eso está bien, pero tu hermano ganó el partido de fútbol el viernes."
Aunque Stephany se sentía triste, decidió que seguiría esforzándose. Un fin de semana, se organizó un torneo de vóley en su barrio. Stephany se inscribió con su equipo y entrenaron duro todos los días. El día del torneo, estaban nerviosos, pero Stephany les recordó:
"Damos lo mejor que tenemos y disfrutamos el juego. Eso es lo más importante."
Durante el torneo, el equipo de Stephany llegó a la final. Cuando estaban a punto de empezar el último set, su mamá llegó al lugar en tiempo récord. Fue la primera vez que la vio tan emocionada. Mientras Stephany jugaba, su mamá gritaba animando.
"¡Vamos, Stephany!"
¡El partido fue emocionante y, finalmente, su equipo ganó! Todo el barrio celebró, pero lo más emocionante fue que, después del partido, su mamá vino a abrazarla.
"¡Estoy tan orgullosa de vos, Stephany! ¡Lo hiciste increíble!"
Stephany, sorprendida, sólo pudo sonreír.
"Gracias, mamá. Pero yo sólo hice lo que amo hacer."
A partir de ese día, sus papás empezaron a fijarse más en sus logros y a reconocer no sólo sus triunfos en el vóley, sino también todo el esfuerzo que ponía en la escuela. Stephany aprendió que lo más importante no es siempre ganar, sino disfrutar lo que hacemos y esforzarnos por mejorar. Y, sobre todo, que el amor y el reconocimiento de la familia también se pueden cultivar con el tiempo.
Y así, Stephany siguió brillando, cada vez más, mientras aprendía que cada paso, por pequeño que sea, cuenta en su propio camino hacia el éxito.
FIN.