El Espantapájaros Valiente
Había una vez un espantapájaros llamado El Flaco que vivía en una pequeña huerta. Durante el día, se dedicaba a asustar a los pájaros para proteger las plantas y verduras del granjero Don Tito.
Pero por las noches, cuando todos dormían, soñaba con tener una vida diferente. Un día, mientras estaba de pie en su puesto de espantapájaros, vio pasar a un grupo de niños jugando en la huerta.
Se quedó admirado al verlos correr y reírse sin preocupaciones. Eso despertó en él un deseo profundo de ser como ellos: libre y feliz. "-¡Hola chicos! ¿Cómo están?", saludó El Flaco desde su lugar. Los niños se sorprendieron al escucharlo hablar y se acercaron curiosos.
"-¡Wow! ¡Es un espantapájaros parlanchín!", exclamó uno de los niños emocionado. "-¿Qué te gustaría hacer si no fueras un espantapájaros?", preguntó otro niño intrigado.
El Flaco suspiró con tristeza y respondió: "-Me encantaría tener licencia para poder salir de aquí y explorar el mundo". Los niños quedaron pensativos por unos momentos hasta que uno de ellos tuvo una brillante idea:"-¡Podemos ayudarte a conseguir esa licencia!"El grupo decidió formar un plan para ayudar a El Flaco.
Reunieron materiales como ropa vieja, sombreros y pintura para transformarlo en algo más parecido a un humano. Con mucha paciencia y creatividad, le dieron forma a su nueva apariencia.
Cuando terminaron, El Flaco se miró en el espejo y no podía creer lo que veía. Ahora lucía como un verdadero granjero. "-¡Estoy listo para conquistar el mundo!", exclamó emocionado. Los niños le dieron una lista de tareas que debía cumplir antes de solicitar la licencia.
Debía aprender a leer y escribir, conocer las reglas de seguridad vial y aprender sobre los diferentes oficios que existían. El Flaco se esforzó mucho en cada tarea.
Estudiaba durante el día mientras protegía la huerta y practicaba por las noches cuando todos dormían. Su determinación era tan grande que incluso Don Tito decidió ayudarlo en su aprendizaje. Pasaron los meses y El Flaco dominó todas las habilidades necesarias para obtener su licencia.
Los niños organizaron una fiesta sorpresa para celebrar su logro y le entregaron un diploma simbólico como reconocimiento a su esfuerzo. "-Gracias chicos, sin ustedes nunca hubiera logrado esto", dijo emocionado El Flaco mientras abrazaba a cada uno de ellos.
Al día siguiente, El Flaco fue hasta la oficina del alcalde del pueblo para presentar su solicitud de licencia. Todos quedaron sorprendidos al verlo llegar vestido como un granjero humano, pero luego de escuchar su historia comprendieron la importancia de cumplir los sueños propios.
El alcalde sonrió con ternura y le otorgó oficialmente la licencia aprobada: "-¡Felicidades! A partir de ahora eres libre para explorar el mundo". El Flaco saltó de alegría y salió corriendo hacia la carretera, listo para comenzar su gran aventura.
Pero antes de irse, se despidió de Don Tito y los niños con lágrimas en los ojos. "-¡Gracias por todo! Nunca olvidaré lo que hicieron por mí", les dijo emocionado.
Y así, El Flaco emprendió su viaje lleno de ilusión y determinación. Conoció lugares maravillosos, hizo nuevos amigos y aprendió mucho sobre el mundo.
Pero siempre guardó un lugar especial en su corazón para Don Tito y aquellos niños que le enseñaron a perseguir sus sueños sin importar las dificultades. Y así fue como El Flaco, el espantapájaros de la huerta, demostró que no importa cómo te veas por fuera, sino qué tan grande sea tu corazón y cuánta fuerza tengas para perseguir tus sueños.
FIN.