El Espejo de Colores
Había una vez un niño llamado Lucas que vivía en un barrio lleno de vida y ruido. Sin embargo, para Lucas, el mundo era un lugar un poco diferente. Mientras los demás niños jugaban al fútbol o saltaban la cuerda, él pasaba el tiempo observando las hojas de los árboles y construyendo castillos imaginarios en su mente.
Lucas tenía una forma única de ver el mundo, lleno de colores, formas y patrones que solo él podía percibir. Su habitación estaba decorada con dibujos y pinturas brillantes que reflejaban su imaginación. Pero había algo que hacía que Lucas se sintiera solo. A veces, se sentaba en la vereda y deseaba tener amigos con quienes compartir su visión del mundo.
Un día, mientras caminaba por el parque, Lucas vio a un grupo de niños riendo y jugando. Se sintió atraído por la alegría que compartían, pero al mismo tiempo, su corazón se llenó de dudas. “-¿Por qué no puedo ser como ellos? - se preguntó. - Siempre me siento diferente.”
Decidido a probar, Lucas se acercó al grupo con una sonrisa tímida.
“-Hola, ¿puedo jugar con ustedes? ”- preguntó, muy bajito.
Los niños lo miraron extrañados.
“-¿Jugar a qué? - preguntó una niña con trenzas, llamada Ana. -No jugamos a nada especial.”
Lucas pensó un momento y dijo:
“-Yo puedo pintar todo lo que imaginemos. Puedo hacer un juego donde transformemos el parque en un mundo de colores.”
Los niños se miraron entre sí, un poco confundidos pero intrigados. Ana respiró hondo y le preguntó:
“-¿Cómo sería ese juego? ”
Con una gran sonrisa, Lucas se sentó en el suelo y comenzó a dibujar en la tierra con un palito.
“-Imaginemos que este parque está cubierto de arcoíris y que cada árbol tiene una historia. Cada hoja puede hablar y contarles secretos. ¡Vamos, díganme qué colores ven y les cuento qué historia tienen! ”
Los ojos de los niños brillaron de curiosidad.
“-¿Es en serio? - preguntó otro chico, llamado Tomás, acercándose más.
Lucas asintió con entusiasmo.
“-Sí, cada color significa algo diferente. ¡El verde es sobre la amistad y el azul sobre las aventuras! ”
Así, poco a poco, comenzó a contar historias y los otros niños empezaron a involucrarse. Ellos comenzaron a nombrar colores y Lucas les respondía con relatos fascinantes que los estaban cada vez más interesados.
A medida que el sol comenzaba a ponerse, el grupo de niños estaba sentados alrededor de Lucas, riendo y compartiendo historias.
“-¡Esto es genial! - exclamó Ana. - Nunca me imaginé que un árbol pudiera tener una historia tan divertida.”
Lucas sintió que su corazón se llenaba de felicidad.
“-¿Quieren volver a jugar mañana? - preguntó con ilusión.
“-¡Sí! - gritaron al unísono. - ¡Queremos más historias! ”
Desde ese día, Lucas no solo hizo amigos, sino que también les enseñó a ver el mundo a través de sus ojos. El parque se transformó en un lugar de magia, lleno de risas y colores, y la soledad de Lucas se desvaneció poco a poco.
Cada tarde, los niños se encontraban para dar vida a historias impresionantes y explorar su imaginación. Lucas se dio cuenta de que ser diferente no era un obstáculo, sino una fortaleza que le permitía compartir su maravillosa perspectiva con los demás.
Y así, entre risas y cuentos, Lucas aprendió que, aunque se sintiera distinto, en el juego y en la amistad, todos podían verlo de una forma especial.
Desde entonces, nunca más sintió que no podía hacer amigos, porque descubrió que sus colores y su forma de ver la vida eran valiosos y únicos, y había otros que querían aprender de ellos.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.