El espejo de la verdadera belleza


En un pueblo muy lejano, había un duende perverso que, en su afán por sembrar la maldad, creó un espejo mágico capaz de distorsionar la imagen de las personas. Este espejo no reflejaba la bondad ni la belleza interior, sino que mostraba imágenes terroríficas y desagradables. Las personas que se miraban en él veían sus peores aspectos y se sentían tristes y desanimadas.

Un día, llegó al pueblo una joven llamada Lila. Era una chica alegre, amable y generosa, pero al mirarse en el espejo mágico, vio una imagen espantosa que la asustó muchísimo. Decidió entonces buscar al duende perverso y pedirle que arreglara el espejo.

Caminó por el bosque encantado y finalmente encontró al duende. —¡Por favor, duende perverso, necesito que arregles este espejo! —suplicó Lila. El duende, con una malévola sonrisa, le dijo que solo lo arreglaría si ella le traía un objeto muy valioso: una flor mágica que crecía en lo más alto de la montaña inaccesible. Decidida a ayudar a su pueblo, Lila aceptó el desafío y partió en busca de la flor.

El camino hacia la montaña inaccesible era peligroso y estaba lleno de obstáculos, pero con valentía y determinación, Lila los superó uno por uno. Finalmente, llegó a la cima y encontró la hermosa flor mágica. Con mucho cuidado, la tomó y regresó al pueblo. Al mostrarle la flor al duende perverso, este cumplió su promesa y arregló el espejo mágico. Ahora, en lugar de reflejar la maldad, el espejo mostraba la belleza interior y la bondad de las personas.

La noticia se esparció por el pueblo y pronto todos acudieron a mirarse en el espejo. Al ver su verdadera belleza reflejada, las personas se sintieron felices y comenzaron a valorar más sus cualidades internas. El duende perverso, al ver el efecto positivo que había causado, reflexionó sobre sus acciones y decidió cambiar su actitud. Desde entonces, se convirtió en un duende amable y colaborador. Y así, gracias a la valentía y bondad de Lila, el pueblo vivió feliz para siempre, aprendiendo que la verdadera belleza está en el interior de cada persona.

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