El Espejo de las Sombras
Érase una vez, en un lugar muy lejano, donde la Reina de las Nieves había creado un poderoso espejo. Este no era un espejo común: tenía la extraña habilidad de transformar lo bueno en malo. A través de los años, el espejo se perdió y, en un giro del destino, terminó en una clase de gimnasia rítmica en un pequeño pueblo.
En esta clase, todas las niñas adoraban la gimnasia y se esforzaban por ser mejores cada día. Entre ellas había una pequeña llamada Lila, que era muy talentosa, pero había llegado a cuestionar su habilidad.
Un día, mientras cada una practicaba sus rutinas frente al espejo habitual, Lila se encontró con el misterioso espejo que había llegado de un lugar lejano. Al mirarse en él, vio cómo sus esfuerzos se convertían en torpeza.
"¿Por qué no puedo ser como las demás?" - se lamentó, sintiendo que sus sueños se desvanecían.
Sus compañeras, que siempre la habían admirado, notaron que Lila se sentía triste.
"Lila, ¿qué pasa?" - preguntó Sofía, una de las mejores gimnastas del grupo "Estás haciendo un gran trabajo."
Pero Lila continuó mirándose en aquel espejo, que le decía lo contrario.
"No, no soy buena. Para mí, todo se vuelve un desastre. Solo soy una carga para el equipo" - respondió Lila, con lágrimas en los ojos.
Al cabo de unas semanas, la frustración de Lila alcanzó su punto máximo. Un día, mientras todas practicaban para la competencia, no pudo soportarlo más. Se acercó al espejo y, con toda su fuerza, lo rompió. El sonido resonó en la sala, y todo se detuvo.
"¿¡Qué hiciste, Lila! ?" - gritaron sus compañeras, preocupadas.
Pero en lugar de asustarse, Lila sintió una transformación en su interior. En ese instante, se dio cuenta de que el espejo no reflejaba la realidad. Era un truco, una ilusión.
Las niñas comenzaron a acercarse a ella, intrigadas por el cambio de actitud que veía en Lila.
"¿Por qué te preocupas tanto por lo que ves en ese espejo? Lo que importa es lo que sientes en tu corazón" - le dijo Ana, una de sus amigas más cercanas. "Cada una de nosotras tiene sus propias fortalezas. No hay razón para compararse."
"Pero yo no era buena para esto" - contestó Lila, aún dudosa.
"¡Exactamente! Eres buena en ser tú misma, y eso es lo más importante" - interrumpió Sofía con entusiasmo. "Vamos a mostrarle al mundo lo que podemos hacer juntas, en lugar de dejarnos influenciar por ese viejo espejo."
Las niñas decidieron formar un nuevo equipo donde cada uno era valorado por lo que podía aportar. Lila, sintiéndose apoyada, comenzó a disfrutar de la gimnasia nuevamente. Ya no se preocupaba por ser como las demás, sino que encontró su propio estilo, lleno de creatividad y audacia.
Con el tiempo, el equipo se presentó en la competencia, y aunque no ganaron el primer lugar, el orgullo y la alegría que sentían fue incomparable. Habían aprendido a enfocarse en lo que cada una podía ofrecer en lugar de compararse o autodefinirse a partir de algo que no era real.
"Lo bueno en cada una de nosotras es lo que nos hace especiales" - concluyó Lila, mientras sus compañeras asentían con entusiasmo "Y siempre podemos ser mejores apoyándonos mutuamente."
Así, las niñas nunca olvidaron las lecciones del espejo roto. Aprendieron a valorarse a sí mismas y a los demás, y a recordar que la verdadera belleza del deporte está en disfrutarlo juntas, siendo auténticas y apoyándose entre sí. Fin.
FIN.