El Espejo de los Deseos Generosos
Había una vez un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, donde vivían muchos niños y niñas llenos de sueños y alegría. En este lugar mágico, se encontraba un espejo muy especial: el Espejo Mágico.
El Espejo Mágico tenía la capacidad de reflejar los deseos más profundos de aquellos que lo miraban. Pero no solo eso, también podía ayudar a hacer realidad esos deseos si eran buenos y generosos.
Sin embargo, había una regla muy importante: solo podías pedir un deseo por persona. Un día soleado, tres amigos llamados Juanito, Marta y Lucas decidieron aventurarse en busca del Espejo Mágico. Habían escuchado historias sobre su poder y estaban ansiosos por experimentarlo ellos mismos.
Caminaron durante horas hasta llegar a un bosque encantado donde se decía que el espejo estaba escondido. Finalmente, encontraron una cueva oscura y misteriosa donde creían que podría estar.
Al entrar en la cueva con mucho cuidado, descubrieron algo increíble: ¡el Espejo Mágico brillaba intensamente! Estaban emocionados pero también nerviosos por lo que podrían ver en su reflejo. Juanito fue el primero en acercarse al espejo con mucha emoción.
Miró fijamente su reflejo y pidió su deseo: "Quiero ser el mejor futbolista del mundo". De repente, el espejo comenzó a emitir destellos dorados y Juanito sintió cómo sus piernas se volvían más fuertes y ágiles. Marta fue la siguiente en acercarse con una sonrisa en su rostro.
Miró al espejo y pidió su deseo: "Quiero ser la mejor bailarina del mundo". El espejo brilló nuevamente y Marta sintió cómo su cuerpo se volvía más flexible y elegante.
Lucas, el último de los tres amigos, se acercó al espejo con un poco de nerviosismo. Miró fijamente su reflejo y pidió su deseo: "Quiero ser el más inteligente del mundo para poder ayudar a las personas que lo necesitan".
El espejo brilló una vez más y Lucas sintió cómo su mente se llenaba de conocimiento y sabiduría. Los tres amigos estaban emocionados por haber logrado sus deseos, pero también se dieron cuenta de algo importante: cada uno había pedido algo para sí mismo, sin pensar en los demás.
Entendieron que el verdadero poder del Espejo Mágico estaba en hacer realidad deseos generosos y bondadosos. Decidieron volver a mirar al Espejo Mágico juntos para pedir un último deseo como grupo.
Esta vez, cerraron los ojos y pensaron profundamente en aquellos que necesitaban ayuda. Cuando abrieron los ojos, dijeron al unísono: "Deseamos que todos los niños del mundo sean felices".
El Espejo Mágico brilló aún más fuerte que antes y comenzaron a sentir una energía especial recorriendo todo su cuerpo. De repente, sintieron que sus corazones estaban llenos de amor y alegría. Al salir de la cueva, notaron que todo había cambiado en Villa Esperanza.
Los niños ya no solo pensaban en sí mismos, sino que empezaron a ayudarse mutuamente y a compartir su felicidad. Juanito, Marta y Lucas se dieron cuenta de que el verdadero poder del Espejo Mágico estaba en la generosidad y la bondad.
Aprendieron que, aunque los deseos personales son importantes, es aún más valioso desear el bienestar de los demás. Desde aquel día, Villa Esperanza se convirtió en un lugar lleno de niños felices y solidarios.
Y cada vez que alguien miraba al Espejo Mágico con un deseo generoso en su corazón, este cumplía sus anhelos para hacer del mundo un lugar mejor. Y así, Juanito, Marta y Lucas vivieron muchas aventuras juntos recordando siempre la importancia de ser amables y generosos con los demás.
FIN.