El Espejo de los Sentimientos



Era un día soleado y caliente cuando Bianca y sus amigos, Tomás, Lía y Nicolás, decidieron aventurarse al bosque que quedaba justo al final del barrio. Con sus mochilas llenas de galletitas y agua, se adentraron entre los árboles, riendo y jugando entre ellos.

"¿Viste qué lindo se ve todo, chicos?", exclamó Bianca, mientras saltaba sobre una piedrita.

"¡Sí! Miremos a ver qué más encontramos!", respondió Lía, estirando su mano para tocar una flor que crecía cerca del sendero.

Mientras caminaban, el grupo decidió seguir un pequeño arroyo. Después de unos minutos, encontraron un claro repleto de flores silvestres y, en el medio, había algo brillante.

"¿Qué es eso?", preguntó Nicolás curioso.

"Parece un espejo", dijo Tomás al acercarse a mirar más de cerca.

Cuando llegaron al espejo, se dieron cuenta de que no se trataba de un espejo común. Cuando cada uno se miraba, su reflejo mostraba a sus seres queridos: sus padres, hermanos, abuelos y mascotas, rodeándolos con abrazos y sonrisas.

"¡Wow, mira!" - exclamó Lía con los ojos muy abiertos. En su reflejo, pudo ver a su mamá haciéndole un dibujo en la playa y a su papá lanzando una pelota. Ella sintió una calidez en su corazón.

"Es increíble, ¿no?" - dijo Bianca, observando cómo el reflejo de su hermana la abrazaba fuertemente mientras su papá le daba un beso en la frente.

"Yo veo a mi perro, ¡también me ama!" - rió Nicolás mientras acariciaba a su mascota en el reflejo.

A medida que cada uno confundía su reflejo con la imagen de sus seres queridos, compartieron sus sentimientos.

"A veces siento que no soy lo suficientemente bueno en la escuela", confesó Tomás, aunque su reflejo mostraba a su mamá animándolo en un partido de fútbol.

"Pero mirá, ahí está tu mamá apoyándote siempre", le dijo Bianca, mientras sonreía.

Los amigos comenzaron a hablar sobre los momentos en que se sentían inseguros o tristes, y cómo, a pesar de todo, siempre había alguien que les brindaba su cariño.

"Yo a veces creo que mi hermana no me quiere", comentó Lía, bajando la mirada.

"¿Pero no ves cómo se ríe contigo en el espejo? Ella te cuida mucho", le dijo Nicolás.

De repente, la imagen del espejo comenzó a cambiar y mostraba a cada uno enfrentando situaciones difíciles: Tomás tratando de superar un examen, Lía teniendo una discusión con su hermana, y Bianca angustiada por no poder seguir el ritmo de su clase de danza. Sin embargo, en el reflejo, siempre había una mano amiga que los alentaba.

"¿Vieron eso?" - gritó Tomás, asombrado. "¡Siempre hay alguien apoyándome!"

"Sí, a veces no nos damos cuenta de cuánto nos aman nuestros familiares hasta que lo vemos así", reflexionó Lía.

Con cada mirada al espejo, aprendieron algo valioso: el amor de la familia está siempre presente, incluso cuando las cosas se ponen difíciles.

"Deberíamos recordar esto siempre", sugirió Bianca, sonriendo.

"Sí, el amor de nuestra familia es más fuerte que cualquier problema", añadió Nicolás.

Con una nueva perspectiva sobre el amor incondicional, decidieron dejar el bosque, pero llevaron con ellos el recuerdo de aquel mágico espejo y lo que había significado para cada uno.

De regreso a casa, cada uno se sintió un poco más seguro y confiado. Se prometieron buscar siempre el apoyo y el amor de sus familias, incluso en los momentos difíciles. Desde aquel día, cada vez que se encontraban con un espejo, sonreían al recordar el claro en el bosque y el reflejo del amor que habían descubierto sobre sí mismos. Y aunque hubo días de tormenta y nubes, sabían que el sol del amor familiar siempre brillaría en sus corazones.

FIN.

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