El espejo encantado



Había una vez una doncella llamada Ana, quien vivía en un pequeño pueblo rodeado de bosques y montañas. Un día, mientras caminaba por el bosque, se encontró con un pozo mágico que brillaba intensamente.

Al mirar dentro del pozo, vio su reflejo en un espejo que flotaba en el agua. - ¡Qué extraño! - exclamó Ana - ¿Cómo puede haber un espejo dentro del pozo? De repente, la oscuridad comenzó a envolverla y sintió miedo.

Pero entonces recordó las palabras de su abuela: "No temas a la oscuridad si tienes la luz en tu corazón". Así que cerró los ojos y respiró profundamente para encontrar esa luz interior.

Cuando volvió a abrir los ojos, se dio cuenta de que había sido transportada a otro lugar completamente diferente. Ahora estaba en un castillo oscuro y tenebroso. - ¿Dónde estoy? - preguntó asustada.

De repente apareció ante ella una bruja malvada con una sonrisa siniestra en su rostro. - Bienvenida al castillo del veneno - dijo la bruja - donde todo lo que tocas se convierte en veneno mortal. Ana temblaba de miedo pero no perdió la esperanza.

Recordando las enseñanzas de su abuela sobre ser valiente incluso cuando tienes miedo, decidió enfrentarse a la bruja. - No tengo ningún interés en tocar nada aquí - dijo Ana con determinación - solo quiero volver a mi hogar.

La bruja rió burlonamente y le mostró el camino hacia el espejo encantado que estaba en su castillo. - Si quieres volver a casa, tendrás que encontrar la manera de romper el hechizo del espejo - dijo la bruja - pero ten cuidado, no será fácil.

Ana se dio cuenta de que debía encontrar una manera de romper el hechizo del espejo y así poder regresar a su hogar. Empezó a explorar el castillo y encontró una planta mágica que le permitiría resistir al veneno.

Con esta planta en mano, Ana logró atravesar los obstáculos peligrosos y llegar hasta donde estaba el espejo encantado. Mirando su reflejo en el espejo, se dio cuenta de que lo único que podía romper el hechizo era un beso sincero.

Entonces, cerrando los ojos y confiando en la fuerza del amor verdadero, Ana se besó a sí misma en el espejo. De repente todo empezó a brillar intensamente y Ana volvió al bosque donde todo había comenzado.

Mirándose en las aguas cristalinas del pozo mágico, vio cómo su reflejo sonreía de vuelta hacia ella.

Desde entonces, Ana comprendió la importancia de ser valiente incluso cuando tienes miedo; tener esperanza incluso cuando todo parece perdido; creer en ti mismo incluso cuando otros dudan; amarte a ti mismo antes de amar a alguien más; y siempre mantener tu luz interior encendida para guiar tu camino.

FIN.

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