El Espejo Mágico



Había una vez una doncella llamada Ana, que vivía en un pequeño pueblo rodeado de bosques y montañas. Ana era conocida por su valentía y astucia, pero también por su curiosidad insaciable.

Un día, mientras caminaba por el bosque, Ana encontró un pozo muy profundo y oscuro. Su curiosidad la llevó a acercarse al borde del pozo para ver qué había dentro. De repente, tropezó con una raíz y cayó al fondo del pozo.

Cuando abrió los ojos, se encontró en una cueva oscura y húmeda. Al mirar a su alrededor, vio un frasco lleno de veneno justo a su lado. Asustada, intentó salir de allí lo más rápido posible.

Pero cuando intentó subir por las paredes del pozo, descubrió que eran demasiado resbaladizas para escalarlas sin ayuda. Desesperada, comenzó a buscar algo que pudiera ayudarla a escapar. Fue entonces cuando vio un espejo antiguo en la pared opuesta de la cueva.

Se acercó lentamente al espejo y lo tocó con cuidado. Para su sorpresa, el espejo comenzó a brillar intensamente y se abrió como una puerta hacia otro mundo.

Ana entró en el portal del espejo sin pensarlo dos veces y se encontró en un lugar mágico lleno de luz y color. Allí conoció a un hada amable que le ofreció ayuda para volver a casa.

La hada le explicó que el veneno que había encontrado estaba destinado para una malvada bruja que había estado causando problemas en el bosque. También le reveló que la oscuridad de la cueva era una prueba para ver si Ana tenía el coraje y la determinación necesarios para enfrentar sus miedos.

Ana se sintió muy agradecida con el hada y prometió usar su valentía para ayudar a los demás. Con su ayuda, logró escapar del pozo y regresar a su pueblo sana y salva.

Desde ese día, Ana se convirtió en una heroína local, ayudando a aquellos que necesitaban protección contra las fuerzas malvadas del bosque. Y siempre recordaba la lección que aprendió en la cueva: nunca dejar que el miedo te detenga de hacer lo correcto.

FIN.

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