El espejo mágico de Lucía
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, donde vivía una niña llamada Lucía. Lucía era una niña alegre y curiosa, siempre llena de energía y con una sonrisa en su rostro.
Pero un día, algo triste y difícil sucedió en la vida de Lucía. Su abuelito, Don Antonio, quien era su mejor amigo y confidente, falleció repentinamente. Lucía se sentía muy triste por la pérdida de su abuelo, ya que lo extrañaba mucho.
No podía evitar sentirse sola y vacía por dentro. Un día mientras paseaba por el bosque cercano al pueblo, Lucía encontró un puente mágico que parecía llevarla a otro mundo.
Sin pensarlo dos veces, decidió cruzarlo para descubrir qué había del otro lado. Al cruzar el puente mágico, Lucía se encontró con un ser peculiar: un hada con alas doradas llamada Aurora. Aurora notó la tristeza en los ojos de Lucía y le preguntó qué le pasaba.
"Hola pequeña", dijo Aurora con voz dulce. "Pareces estar muy triste ¿Qué te ocurre?"Lucia suspiró profundamente antes de responder: "Mi abuelito falleció hace poco tiempo y lo extraño mucho. "Aurora asintió comprensivamente antes de decir: "Lamento escuchar eso.
Perder a alguien a quien amas es muy doloroso. " Lucia asintió con la cabeza mientras las lágrimas comenzaban a aparecer en sus ojos. "Pero no te preocupes", continuó Aurora mientras secaba las lágrimas de Lucia con delicadeza.
"Tengo algo especial para ti que te ayudará a superar tu duelo. "Aurora sacó una pequeña caja de su bolsillo y se la entregó a Lucía. Dentro de la caja, había un espejo mágico.
"Este espejo tiene el poder de reflejar tus emociones más profundas", explicó Aurora. "Cuando te sientas triste o extrañes a tu abuelito, solo tienes que mirarte en él y encontrarás una forma de aliviar tu dolor.
"Lucia tomó el espejo con curiosidad y lo sostuvo frente a ella. Al principio, solo pudo ver su propio reflejo, pero luego notó algo diferente: las imágenes en el espejo comenzaron a cambiar. "Mira atentamente", susurró Aurora.
En el espejo, Lucía vio hermosos recuerdos junto a su abuelito: jugando juntos en el parque, cocinando galletitas deliciosas e incluso volando cometas en un día soleado. A medida que Lucía recordaba esos momentos felices, sintió cómo la tristeza se transformaba lentamente en alegría.
El dolor seguía allí, pero ahora también podía sentir amor y gratitud por haber compartido esos momentos especiales con su abuelo. Con cada mirada al espejo mágico, Lucía encontraba nuevas formas de honrar la memoria de su abuelito.
Empezó a escribir cartas llenas de amor y gratitud hacia él y las guardaba en una cajita especial debajo de su cama. También plantó un árbol en el jardín familiar como símbolo eterno del amor que sentían el uno por el otro.
A medida que pasaba el tiempo, Lucía descubrió que su duelo se volvía más llevadero. Aunque aún extrañaba a su abuelito, sabía que siempre estaría presente en su corazón y en sus hermosos recuerdos.
Lucia nunca olvidó la lección que aprendió del hada Aurora y del espejo mágico. Aprendió a enfrentar sus emociones, a recordar con amor y a encontrar formas de honrar la memoria de aquellos que ya no están físicamente presentes.
Y así, con cada nuevo día, Lucía compartía esa lección con otros niños y niñas de Villa Esperanza para ayudarles a superar sus propios duelos.
Juntos aprendieron que aunque la tristeza puede ser difícil de manejar, siempre hay una luz al final del túnel y un camino hacia la esperanza.
FIN.