El espíritu amable de la casa abandonada
Había una vez una casa abandonada en el medio del bosque, donde se decía que habitaba un espíritu malhumorado. Cada vez que alguien intentaba vivir en esa casa, el espíritu se encargaba de hacerles la vida imposible. Los inquilinos nunca duraban mucho tiempo, ya que el espíritu los asustaba con ruidos extraños, objetos que se movían solos y luces misteriosas.
Un día, llegó una familia con dos niños pequeños, Martina y Emilio, que estaban buscando un lugar para vivir. A pesar de los cuentos sobre el espíritu, decidieron darle una oportunidad a la casa abandonada. Al principio, el espíritu intentó asustarlos como siempre, pero esta vez algo fue diferente. Los niños, lejos de asustarse, se acercaron al espíritu con curiosidad.
Martina le preguntó al espíritu: -¿Por qué nos haces esto? Nosotros no te hicimos nada malo.- El espíritu, sorprendido por la valentía de los niños, les contó su historia. Resulta que en vida había sido el dueño de la casa, y desde que quedó abandonada se sentía solo y enfadado.
Los niños, con mucha empatía, le propusieron al espíritu que vivieran juntos allí. Le prometieron mantener la casa en orden, cuidar el jardín y brindarle compañía. El espíritu, conmovido por la bondad de los niños, aceptó la propuesta. Desde ese día, la casa abandonada se convirtió en un hogar feliz y acogedor. El espíritu, ahora contento, ayudaba a la familia a cuidar la casa y les enseñaba historias del bosque. Los inquilinos ya no sentían miedo, y la casa volvió a llenarse de risas y alegría.
La amabilidad de los niños logró transformar el corazón del espíritu, que aprendió a valorar la compañía y la amistad. Todos vivieron felices en la casa, y el espíritu nunca hizo más travesuras. A partir de ese día, la casa abandonada se convirtió en un símbolo de amistad y respeto, y su historia se difundió por todo el bosque, inspirando a otros a ser amables y comprensivos con los demás.
FIN.