El espíritu liberado
Había una vez en un pequeño pueblo rodeado de montañas, una niña llamada Sofía. Era valiente y curiosa, siempre buscando aventuras emocionantes para vivir.
Un día, mientras exploraba el bosque cerca de su casa, escuchó un susurro que venía desde lo profundo de los árboles. Intrigada, siguió el sonido hasta llegar a una antigua cabaña abandonada. La puerta crujió al abrirla y Sofía se adentró con cautela.
Dentro de la cabaña encontró un viejo libro polvoriento sobre fantasmas y espíritus. Fascinada por las historias misteriosas que contenía, decidió llevárselo a casa para leerlo más tarde. Esa noche, mientras leía en su habitación iluminada por una débil luz de luna, sintió un escalofrío recorrerle la espalda.
Al levantar la vista del libro, vio a través de la ventana a una niña pálida y translúcida parada en el jardín. Sofía se acercó lentamente a la ventana y preguntó: "-¿Quién eres?".
La niña fantasma respondió con voz temblorosa: "-Soy Ana. Estoy atrapada aquí desde hace mucho tiempo". Intrigada y compasiva hacia Ana, Sofía decidió ayudarla a encontrar paz y liberarse del lugar donde estaba atrapada.
Juntas comenzaron a investigar sobre la historia de la cabaña abandonada. Descubrieron que hace muchos años hubo un incendio trágico en esa cabaña que cobró la vida de una familia. Ana, quien vivía en esa casa, murió junto a sus padres y hermanos.
Sofía y Ana se adentraron en el bosque para buscar pistas sobre cómo liberar el espíritu de la pequeña niña. Encontraron un amuleto antiguo que según las leyendas locales tenía poderes sobrenaturales.
Con esperanza en sus corazones, regresaron a la cabaña y colocaron el amuleto en su lugar original. De repente, una luz brillante envolvió a Ana y comenzó a elevarse hasta desaparecer por completo. Sofía sonrió al ver que había ayudado a Ana a encontrar paz después de tanto tiempo.
A partir de ese día, la cabaña abandonada dejó de ser un lugar tenebroso y se convirtió en un símbolo de esperanza y superación.
La valentía y determinación de Sofía dejó una lección importante: nunca juzgar a alguien por su apariencia o situación. Todos merecen compasión y ayuda cuando lo necesitan. Desde aquel día, Sofía continuó explorando el mundo con curiosidad e intriga, pero siempre recordando la importancia de ayudar a los demás sin importar las circunstancias.
Y aunque ya no veía más fantasmas, sabía que siempre estarían presentes como guardianes invisibles velando por ella.
FIN.