El Esqueleto Valiente


Había una vez un esqueleto llamado Pelota Humano que vivía en el Colegio Luján. Aunque era diferente a los demás, siempre tenía una sonrisa en su rostro y estaba lleno de energía.

Un día, mientras Pelota Humano caminaba por los pasillos del colegio, vio a un grupo de niños jugando al fútbol en el patio. Se acercó lentamente y les preguntó si podía unirse a ellos. -¡Hola chicos! ¿Puedo jugar con ustedes? -dijo Pelota Humano con entusiasmo.

Los niños se miraron entre sí sorprendidos y comenzaron a reírse. Uno de ellos respondió burlonamente:-¿Tú? ¡Eres solo un esqueleto! No puedes jugar al fútbol con nosotros. Pelota Humano no dejó que las palabras hirientes lo desanimaran.

Decidió demostrarles que podía ser un gran jugador de fútbol, aunque no tuviera carne ni músculos como los demás. Entonces, se dirigió al laboratorio del colegio y encontró unas botellas llenas de sustancias mágicas.

Sin pensarlo dos veces, bebió una poción que le daría fuerza sobrehumana durante unas horas. Cuando regresó al patio, los niños estaban asombrados por la transformación. Ahora Pelota Humano tenía músculos fuertes y una agilidad impresionante. -¡Wow! ¡Mira cómo ha cambiado! -exclamaron los niños emocionados.

Pelota Humano sonrió y dijo:-Ahora podré jugar fútbol con ustedes. ¿Están listos? Los niños asintieron y comenzaron el partido. Pelota Humano demostró su habilidad en el campo, haciendo pases precisos y anotando goles increíbles.

Los demás jugadores se sorprendieron por su talento. A medida que avanzaba el juego, Pelota Humano notó que uno de los niños del equipo contrario estaba triste. Se acercó a él y le preguntó qué le pasaba.

-Mi papá es soldado y está lejos de casa. Extraño mucho jugar fútbol con él -respondió el niño con lágrimas en los ojos. Pelota Humano entendió lo que sentía, ya que también había experimentado la tristeza de estar solo.

Decidió hacer algo especial para animar al niño. Al finalizar el partido, Pelota Humano se dirigió al laboratorio nuevamente y bebió otra poción mágica que lo transformaría en un soldado valiente por unas horas.

Cuando regresó al patio convertido en soldado, todos los niños quedaron impresionados. El niño triste sonrió emocionado al verlo. -¡Eres un verdadero héroe! -exclamó el niño mientras abrazaba a Pelota Humano. Juntos, organizaron una serie de juegos divertidos para todo el colegio.

Pelota Humano mostraba sus habilidades futbolísticas mientras actuaba como soldado protector del grupo. Al final del día, todos los niños se dieron cuenta de lo especial que era Pelota Humano.

No importaban sus diferencias físicas; lo importante era su corazón amable y su deseo de hacer felices a los demás. Desde ese día, Pelota Humano se convirtió en el héroe del Colegio Luján. Siempre estaba dispuesto a ayudar y a enseñarles a los demás la importancia de aceptarse tal como son.

Y así, Pelota Humano demostró que no importa cómo te veas por fuera, lo que realmente importa es la actitud y las ganas de hacer el bien.

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