El Esquirol y el Bosque de la Alegría
Había una vez un esquirol llamado Tito que vivía en un hermoso bosque. Sin embargo, Tito estaba muy triste. Cada mañana, cuando se despertaba, miraba por la ventana de su árbol y veía a todos sus amigos jugar y saltar felices. Pero él no podía participar. Se sentía diferente y, a veces, incluso invisible.
Un día, mientras caminaba por el bosque, Tito escuchó una melodía suave. Siguiendo el sonido, llegó a un claro donde encontró a su amiga la tortuga, Lila, tocando el ukelele.
"Hola, Tito. ¿Por qué tan triste?" - preguntó Lila, deteniendo su música.
"Hola, Lila. No sé... No puedo brincar como ustedes. Me siento fuera de lugar." - respondió Tito con un suspiro.
Lila sonrió y le dijo:
"Todos tenemos nuestras propias habilidades, Tito. ¡Mirá a los demás! Algunos son grandes saltadores, pero también hay quienes son rápidos como los ciervos y otros que saben nadar muy bien. ¿Has pensado en qué haces tú mejor?"
Tito reflexionó un momento y contestó:
"No estoy seguro... Nunca me comparé con los demás. Solo veo lo que no tengo."
"Tal vez deberías intentar buscar lo que te hace único. Yo soy lenta, pero puedo ver muchas cosas a mi alrededor. A lo mejor tenés algo especial que no lo sabes aún. Te invito a un juego: vamos a buscar la flor más hermosa del bosque, y mientras tanto, podemos hablar de lo que cada uno puede hacer."
Con un poco de entusiasmo, Tito aceptó la propuesta de Lila. Juntos recorrieron el bosque, buscando la flor más hermosa. En cada parada, Lila le contaba historias de animales que, aunque diferentes, eran muy valorados en el bosque.
Finalmente, llegaron a un arroyo y vieron una flor reluciente en la orilla.
"¡Mirá, Tito! ¡Esa flor es impresionante!" - exclamó Lila.
Tito la miró y dijo:
"Es hermosa, pero no como los saltadores o los veloces."
"Exacto, es única. Y cada cosa en este bosque tiene su lugar. Así como vos, Tito. ¡Aposto a que en este momento tenés algo especial para mostrarme!"
Tito dudó un momento, pero entonces se animó a treparse a un árbol. Desde lo alto, pudo ver todo el bosque.
"¡Mira, Lila! Puedo ver todo desde aquí arriba. ¡El río, las colinas y hasta la casa del búho!"
"¡Eso es increíble, Tito! Eres un explorador nato. Podés observar y hacer que los demás se den cuenta de las maravillas que hay a su alrededor. ¡Eso es algo muy valioso!"
Tito comenzó a sonreír.
"¡Gracias, Lila! Nunca pensé en eso. Tal vez no brinca como los demás, pero puedo ayudarles a descubrir cosas nuevas."
A partir de ese día, Tito se dedicó a mostrar a sus amigos lo que había en el bosque. Organizó excursiones para observar el cruce de las hormigas en los troncos, las aves que cantaban en la mañana y hasta las pequeñas flores escondidas bajo las hojas.
Los demás animales comenzaron a apreciarlo mucho más.
"¡Tito, sos un gran guía! Nunca había visto tantas cosas maravillosas." - decía uno de sus amigos.
Al pasar un tiempo, Tito ya no se sentía triste. Se dio cuenta de que todos eran diferentes y que ser único era lo que realmente hacía al bosque un lugar especial.
Y así, Tito vivió feliz, rodeado de amigos, mostrando las maravillas del bosque, siempre recordando lo que Lila le había enseñado: cada uno de nosotros tiene algo valioso que aportar.
Desde ese día, el bosque no solo era hogar del esquirol triste, sino del guía más feliz que todos conocían.
FIN.