El Estanque de la Autoaceptación



Había una vez un pequeño sapo llamado Sapo Rana Amor. Vivía en un hermoso estanque rodeado de nenúfares, donde pasaba la mayor parte de su tiempo saltando y jugando con sus amigos.

Un día, mientras exploraba el estanque, Sapo Rana Amor vio a una rana muy triste sentada en una roca. Se acercó y le preguntó qué le sucedía. "Estoy cansada de ser solo una rana común", dijo la triste rana.

"Quisiera ser diferente y especial como tú". Sapo Rana Amor sintió mucha compasión por su nueva amiga y decidió ayudarla a cumplir su deseo. Juntos, se embarcaron en una aventura para encontrar al Gran Sabio del Bosque, quien tenía fama de conceder deseos.

Caminaron durante horas hasta que finalmente llegaron al árbol más antiguo del bosque, donde vivía el Gran Sabio del Bosque. El sabio los recibió con amabilidad y escuchó atentamente sus deseos.

"Gran Sabio del Bosque, por favor ayúdame a ser diferente", suplicó la triste rana. El sabio sonrió y dijo: "Mi querida rana, no necesitas cambiar para ser especial. Todos somos únicos a nuestra manera".

Sapo Rana Amor asintió emocionado y agregó: "Es cierto, mi amiga es maravillosa tal como es". El Gran Sabio del Bosque les dio un consejo sabio: "La verdadera belleza radica en aceptarse uno mismo y apreciar las cualidades especiales que cada uno tiene".

Con este nuevo conocimiento, Sapo Rana Amor y su amiga regresaron al estanque llenos de alegría. La triste rana ya no se sentía avergonzada de ser diferente y comenzó a abrazar su singularidad. Poco a poco, los demás animales del estanque también notaron el cambio en la rana.

Comenzaron a apreciarla por su valentía y autenticidad. "¡Eres increíble! ¡Me encanta tu color brillante!", dijo una libélula. "Tus saltos son únicos y divertidos", comentó una tortuga. La rana sonrió emocionada y agradeció todos los cumplidos que recibía.

Se dio cuenta de que no necesitaba cambiar para ser especial, solo tenía que aceptarse a sí misma y celebrar sus cualidades únicas.

Desde ese día en adelante, Sapo Rana Amor y su amiga se convirtieron en los líderes del estanque, inspirando a todos los animales a aceptarse tal como eran. La moraleja de esta historia es que cada uno de nosotros tiene algo especial dentro de nosotros mismos.

No necesitamos cambiar para ser amados o valorados; debemos aprender a valorarnos tal como somos y celebrar nuestras diferencias.

FIN.

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