El Estanque de los Sueños
Había una vez en un bosque mágico, un estanque que deslumbraba a todos con su belleza. Sus aguas eran cristalinas y reflejaban un arcoíris brillante que parecía tocar el cielo. Pero lo más sorprendente de aquel estanque era que, cada vez que alguien se acercaba a sus orillas, un unicornio de suave pelaje y un cuerno brillante aparecía para jugar en el agua.
Un día, una niña llamada Lucía decidió explorar el bosque. Había escuchado historias sobre el estanque y los unicornios de su abuela, y su curiosidad la llevó hasta allí. Cuando llegó, no podía creer lo que veía.
"¡Qué hermoso lugar!" - exclamó Lucía maravillada.
Justo en ese momento, un unicornio se acercó a ella. Tenía un pelaje blanco como la nieve y un cuerno dorado que brillaba bajo el sol.
"Hola, pequeña amiga. Soy Luno, el unicornio del estanque. ¿Te gustaría jugar conmigo?" - dijo Luno, moviendo su cola con alegría.
Lucía, emocionada, respondió:
"¡Sí, por favor!" - y comenzó a correr alrededor del estanque, riendo mientras Luno la seguía saltando.
Mientras jugaban, Lucía le contó a Luno sobre su vida en el pueblo y cómo le encantaba imaginar aventuras. Pero también había algo que la preocupaba. La contaminación del río que pasaba cerca de su casa.
"A veces me siento triste porque quiero ayudar, pero no sé cómo hacerlo" - confesó Lucía con un suspiro.
Luno la miró con atención y le dijo:
"¡Podemos hacer algo juntos! Cada vez que un ser querido tiene un sueño, debe cuidarlo. Así es con la naturaleza."
Lucía miró al unicornio con curiosidad. ¿Qué quería decir con eso?"Cuando soñamos con un mundo más limpio y hermoso, cada acción cuenta. Podríamos comenzar con una pequeña limpieza en tu pueblo. A veces, las pequeñas acciones hacen una gran diferencia." - le propuso Luno.
Lucía sintió una chispa de esperanza y determinación en su corazón. Al día siguiente, decidió invitar a sus amigos para organizar una limpieza en el río. Con la ayuda de Luno y un grupo de habitantes del bosque, comenzaron a recoger basura y desechos que habían sido arrojados al agua.
"¡Miren cuántos colores hermosos están ocultos bajo toda esta basura!" - gritó uno de los amigos de Lucía mientras levantaba una bolsa llena de desperdicios.
Con cada bolsa que recogían, el río parecía cobrar vida. Mientras tanto, Luno les contaba historias sobre cómo los animales del bosque también dependían de un agua limpia para vivir felices.
"Cuando cuidamos de nuestro entorno, también cuidamos de nosotros mismos" - decía Luno mientras sus ojos brillaban con entusiasmo.
Día tras día, el grupo continuó con su misión. Más niños y adultos se unieron, transformando el trabajo en una gran fiesta. Organizaron juegos, música y risas mientras limpiaban.
Después de varias semanas, el río volvió a su esplendor. El agua era tan clara como el cielo, y los pescaditos nadaban felices entre las piedras.
Lucía miró a su alrededor, orgullosa de lo que habían logrado, y le dijo a Luno:
"¡Lo hicimos! Ahora es un lugar donde todos pueden venir a disfrutar y soñar. " - Sonrió, sintiendo una satisfacción profunda en su corazón.
Luno le contestó:
"Recuerda, Lucía, nuestros sueños pueden comenzar con pequeñas acciones. Siempre puedes hacer la diferencia, no importa cuán pequeña parezca.
Desde ese día, el estanque y el río se convirtieron en un símbolo de amor y cuidado por la naturaleza. Lucía aprendió que los sueños pueden hacerse realidad si se trabaja en equipo. Y cada vez que alguien pasaba por el bosque, podía ver el hermoso arcoíris reflejado en el estanque, recordando que la magia existe cuando cuidamos de nuestro hogar y de quienes nos rodean.
Y así, el bosque siguió siendo un lugar lleno de risas, aventuras y, sobre todo, un recordatorio de que cada pequeño esfuerzo cuenta.
FIN.