El estanque mágico


Había una vez un colegio en pleno verano, donde el sol brillaba con fuerza y el calor era insoportable.

En ese colegio, había un patio lleno de plantas y flores coloridas, pero lo que más llamaba la atención eran las ranas que habían decidido hacer de ese lugar su hogar. Las ranitas saltaban de un lado a otro, disfrutando del caluroso día.

Pero a medida que pasaban los días, el calor se volvía cada vez más intenso y las ranas comenzaron a sentirse agotadas. "¡Ay, qué calor! No puedo soportarlo más", decía Rafa, una pequeña rana verde muy inquieta. "Tranquilo Rafa, seguro encontraremos una solución", le respondió Lila, una rana violeta muy sabia y tranquila.

Lila se puso a pensar cómo podrían sobrellevar el calor sin tener que abandonar su querido patio. Entonces tuvo una idea maravillosa. Se reunió con todas las demás ranitas y les propuso construir un estanque en medio del patio.

Así tendrían agua fresca para refrescarse cuando quisieran. Todos se pusieron manos a la obra y con mucho esfuerzo lograron cavar un hueco lo suficientemente grande como para albergar agua.

Con ayuda de los niños del colegio, consiguieron llenarlo de agua cristalina. Desde ese día, las ranitas pudieron disfrutar de su nuevo hogar acuático. Saltaban desde los nenúfares hasta la orilla del estanque mientras chapoteaban felices en sus aguas frescas. Pero no todo fue perfecto por mucho tiempo.

Un día, el estanque comenzó a secarse debido al intenso calor. Las ranitas se preocuparon y buscaron una solución desesperadamente.

Fue entonces cuando Martín, un niño que siempre observaba a las ranas con cariño desde su ventana, tuvo una idea brillante. Al ver que el agua del estanque se evaporaba rápidamente, decidió colocar unos toldos para protegerlo de los rayos del sol.

Martín trabajó duro junto con los demás niños para construir una estructura de madera cubierta por toldos que brindara sombra al estanque y así mantener el agua fresca por más tiempo. Cuando terminaron, las ranitas saltaron de alegría al ver su nuevo hogar protegido del calor.

Ahora podían disfrutar del estanque sin preocuparse por quedarse sin agua. Con el paso de los días, las plantas volvieron a florecer en el patio y la vida volvió a ser tranquila y feliz para todos.

Las ranitas jugaban y reían mientras los niños admiraban su increíble trabajo en equipo. Así aprendieron que juntos pueden superar cualquier obstáculo que se les presente. Aprendieron sobre la importancia de cuidar su entorno y cómo trabajar en equipo puede hacer grandes cambios.

Desde aquel día, el patio del colegio se convirtió en un lugar donde todos disfrutaban de la compañía de las adorables ranitas mientras aprendían valiosas lecciones sobre amistad, perseverancia y resiliencia.

Y así fue como las ranas encontraron un hogar fresco en medio del caluroso patio escolar gracias a la sabiduría de Lila y la ayuda incondicional de los niños.

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