El Estudiante Exitoso


Había una vez un estudiante llamado Juan, a quien le encantaba aprender y descubrir cosas nuevas. Una mañana, Juan decidió levantarse temprano para llegar a su clase antes que nadie.

Cuando llegó, se sentó en su pupitre y repasó una y otra vez el tema que iba a exponer. Finalmente, llegó el momento y el profesor lo llamó para que comenzara su presentación. Juan habló con seguridad, explicó detalladamente su tema y respondió todas las preguntas que le hicieron.

Al terminar, recibió aplausos de sus compañeros y elogios de su profesor. Con una gran sonrisa en su rostro, Juan se despidió y se fue a casa sintiéndose muy contento y orgulloso de sí mismo.

En

el camino a casa, Juan se cruzó con su vecina, la señora Marta, quien estaba regando sus plantas. Ella lo detuvo y le preguntó: "Juan, ¿por qué sonríes tanto hoy?".

Juan le contó emocionado sobre su exposición en la clase y cómo le había ido muy bien. La señora Marta lo felicitó y le dijo: "Sabes, Juan, el esfuerzo y la constancia siempre dan buenos frutos. Sigue así, siempre dispuesto a aprender y a superarte".

Juan agradeció a la señora Marta por sus palabras y continuó su camino a casa, con una nueva energía y entusiasmo por seguir aprendiendo y esforzándose en todo lo que se proponía.

Desde

ese día, Juan siguió esforzándose en sus estudios, siempre llegando temprano a clase, repasando sus temas y participando con entusiasmo en todas sus actividades. Se convirtió en un ejemplo para sus compañeros, demostrando que con dedicación y esfuerzo, se pueden alcanzar grandes logros.

Y cada vez que se sentía un poco desanimado, recordaba las palabras de la señora Marta y volvía a encontrar la motivación que necesitaba para seguir adelante.

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